Infernal pelea en el senado ¿Por qué? ¿Para qué?

En estos días el país estuvo y sigue crispado por la jura o no de Nicanor y Cartes como senadores activos. Los políticos (y la política) están concentrados en este asunto y los medios de comunicación de masas le dieron al tema muchísima manija, ya sea a favor o en contra de la jura.

¿Qué hay detrás de estas infernales peleas? ¿Un desenfrenado afán por servir al pueblo trabajador? En absoluto. ¿Si jura Nicanor se cuela luego Cartes y se viene una regresión en el régimen democrático burgués? Mentira.

Lo que hay es una lucha cuerpo a cuerpo entre políticos burgueses expresando intereses de roscas. Todo esto está en función de hacer negocios con el cargo y de paso saborear las mieles del prestigio. No es por sensible que se le cayeron lágrimas estremecidas al impresentable de Trato Apu’a.

El juego de máscaras

Estamos en un auténtico mundial de la farsa en el que todos mienten sin escrúpulos, y para peor, se persignan luego de cada mentira; con rostro severo y sin pestañeo afirman que es en defensa de la institucionalidad, de la democracia, de la voluntad popular expresada en los votos, y un largo etcétera, que cualquiera de ellos puede pisotear a la vuelta de la esquina.

No estamos por la jura de Cartes ni de Nicanor, verdugos de los derechos e intereses del pueblo trabajador, como tampoco nos tragamos la supuesta “valiente movida democrática” de Lugo. No fue por demócrata que convocó a nefastos y autoritarios personajes como Friedman o Gusinsky, ambos hijos de la corrupción y los turbios negocios, en vez de los 2 anteriores; y nos consta que Lugo no se ruborizó al ultrajar la Constitución las veces que le convino.

La histeria y el encono, entonces, no es por el mayor o menor apego a la Constitución que le resbala a todos, sino porque está en curso un acomodo y/o un ajuste de cuentas entre sectores burgueses para una nueva recomposición del poder.

Pero no sólo estamos ante la degradación sin medida del Parlamento sino de una grave putrefacción de las instituciones clave del Estado burgués, como ser el Poder Judicial, el TSJE u otras como el JEM, todas en venta al mejor postor o poder de turno.

Esa guerra entre supuestos constitucionalistas y violadores es una guerra de máscaras y cada bloque ha cambiado de bando, una y otra vez, en función de conveniencias y acomodos políticos.

No es nuestra guerra

Estamos ante una guerra entre roscas burguesas y mafiosa-burguesas que, se combinan también con intereses de carácter personal, que apuntan a la acumulación de poder y por esa vía promover los negocios de las roscas y las cuentas bancarias personales.

Por lo tanto no es nuestra pelea. No nos ponemos la camiseta de ningún sector porque cualquiera de ellos es azote del pueblo trabajador en sus más variadas formas.

Ni espectadores ni suplentes de equipos contrarios.

Es errado, en ese sentido, alentar a favor de uno u otro equipo, del de Lugo o Desireé o el de Calé, Nicanor o Cartes – que acumulan puntos contra el pueblo trabajador. No es nuestro partido, ni es nuestra cancha ni se juegan los puntos que nos interesan. Nuestra agenda se está construyendo y la pelea por ella es un imperativo. La lucha unitaria y masiva contra la Superintendencia de Jubilaciones y Pensiones de principios de junio nos marca el camino. Hay que encaminar otras por la libertad de organización sindical, por impuestos progresivos al latifundio, a las grandes propiedades y fortunas, entre otras varias luchas y consignas.
Ese es nuestro partido, nuestra cancha y nuestro mundial. Y es ahí donde debemos mojar la camiseta y no en ese mundial de la farsa y la mentira que es el actual parlamento y sus asuntos.