Escribe Eduardo Aguayo

A nadie le quedan dudas hoy de que la justicia es el brazo coercitivo de la mafia, en este caso del cartismo, y que todo lo que vemos en los medios en torno a las filtraciones de mensajes entre el fiscal Aldo Cantero y el abogado Pedro Ovelar (abogado de Horacio Cartes) para tramar la imputación contra el ex presidente Mario Abdo Benítez y otros funcionarios del anterior Ejecutivo, es una muestra del nivel de putrefacción del aparato de justicia.

 Este escándalo mayúsculo, sin embargo, no ha generado más que la decisión del pusilánime del Fiscal General del Estado, Emiliano Rolón, de apartar a los dos empleados fiscales de Cartes que impulsaron la imputación a medida contra Abdo Benítez y los demás ex funcionarios. Lo que hoy prima y se agudiza es la descomposición de las instituciones y el nivel de desparpajo con el que actúa la mafia cartista en este escenario de total impunidad.

El pase de factura que vemos entre ambos sectores de la ANR se inscribe en un episodio más de una disputa interburguesa de larga data, con idas y vueltas, y que expone el carácter capo mafioso de Horacio Cartes y su entorno.

Cuando las víctimas de la criminalización tienen rostro burgués

            El montaje, la persecución y criminalización que sufre Mario Abdo y su círculo es sin embargo muchísimo menor de la que sufren hace años la clase trabajadora del campo y la ciudad en su lucha por tierra, trabajo y el respeto a los derechos y garantías más elementales. Es decir, esta gente prueba parte de su propia medicina para con el pueblo trabajador.

            Esta observación sin embargo, no significa que nos resulte indiferente lo que está ocurriendo con Abdo Benítez, y no porque tengamos simpatía de algún tipo, sino porque entendemos que esta disputa excede al mero revanchismo, sino que se enmarca en el creciente dominio del cartismo que pone en serio peligro la ruptura completa y total del regimen democrático liberal y nos confronta con la vuelta del regimen dictatorial bajo nuevas formas.

     ¿Cómo nos ubicamos ante este choque interburgués?

            Los marxistas sabemos que el aparato estatal es siempre un instrumento para la opresión de una clase por otra. El control de ese aparato permite que la clase social capitalista sea dueña de las tierras, fábricas, bancos, etc, y la clase trabajadora sea explotada al servicio de los intereses de aquellos bajo la contraprestación salarial que apenas nos alcanza para sobrevivir.

            Esta comprensión elemental permite que uno de los ejes de nuestro programa político no plantee nunca la reforma del modelo estatal capitalista, sino su destrucción total para edificar el Estado obrero bajo el régimen de la dictadura proletaria, que no es otra cosa que el gobierno obrero y campesino en torno al programa socialista y lo cual es sólo posible en el marco de una revolución conducida por la clase obrera. Por lo tanto, para nosotros el aparato estatal nunca es neutral y siempre responde a los intereses de la clase social dominante.

            Marx y Engels enseñaban en el Manifiesto Comunista que “el gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa”. Ahora bien, esta definición exacta del alcance del Estado liberal, no significa que entre los sectores que componen la burguesía no existan roces y que el control del aparato permita utilizar su fuerza para desplazar a unos y otros de acuerdo a sus intereses políticos y económicos. Esto es exactamente lo que vemos entre Cartes y Mario Abdo, con el aditamento no menor de que la disputa implica un control total para imponer un modelo político autoritario.

            Por ello, ante el peligro del retroceso del régimen político en manos de Cartes y la mafia que dirige, planteamos la más amplia unidad de acción para enfrentar al cartismo con movilización y lucha en las calles. Como diría Lenin, marchar separados, golpear juntos, lo que significa que la unidad de acción en las calles no implica ni por un segundo mezclar los programas. Sin esta proyección concreta es imposible derrotar al cartismo y, al mismo tiempo, delimitarnos completamente de otros sectores burgueses y pequeñoburgueses afectados pero completamente ajenos a nuestros intereses como clase trabajadora.