El criminal suceso de la noche del domingo pasado en el Festival Ja’umina en la ciudad de San Bernardino se constituyó en el hecho de mayor impacto de los últimos tiempos de la serie de atentados que se dan entre bandas de narcotraficantes en el país, cuyo epicentro hace rato dejaron de ser las zonas fronterizas. El crecimiento de estas bandas no puede explicarse sin la complicidad política de la estructura mafiosa de la ANR, que es, en última instancia, la que permite su desarrollo y afianzamiento.
El destaque de este último hecho se dio por el contexto en el que ocurrió, un festival donde asistieron más de 20 mil personas y donde una de las víctimas resultó ser una figura pública, la modelo y empresaria Cristina Aranda, cuyo padre era ex director de la Policía en el Departamento de San Pedro, quien se encuentra procesado por haber formado una estructura de extorsión a grupos de narcotraficantes en el zona.
Hasta el momento se considera que la mujer no era el objetivo, sino que habría resultado una víctima colateral del atentado donde hubo otras cinco personas heridas. Otro hecho destacado es que uno de los objetivos alcanzados en el atentado, y que resultara herido, tenía orden de extradición pero se había borrado adrede del sistema informático de la policía dicha orden de captura internacional.
El narcotráfico goza de buena salud
Las bandas de narcotraficantes están principalmente conformadas por extensiones de grupos transfronterizos como el Comando Vermelho y el Primer Comando de la Capital, pero también, desde hace bastantes años, existen organizaciones criminales muy poderosas a nivel nacional como el Clan Rotela. Este tipo de grupos se disputan rutas, mercado y dominios de zonas y estructuras claves para operar.
Las organizaciones de narcos operan en la más absoluta impunidad no sólo en las llamadas zonas liberadas, sino también desde prácticamente todas las cárceles del país, tienen sus ligazones con la policía, militares y sobre todo con actores políticos colorados involucrados en los negocios criminales directa o indirectamente, quienes prestan la cobertura necesaria para los negocios criminales y los blindan ante la justicia.
Existe una cantidad de investigaciones que dan cuenta del volumen de dinero que mueve la economía ilegal, la implantación de estas organizaciones en el propio Estado, el rol determinante que cumplen estas mafias en determinadas zonas del país, así como la impunidad que gozan gracias a sus vínculos con el poder político burgués.
Un Estado inficionado por la mafia
Las ligazones de los grupos mafiosos y los partidos políticos tienen larga data, siendo el Partido Colorado el principal antro de estas organizaciones. Esta relación Narcotráfico-ANR se remonta desde la Dictadura de Stroessner y ha atravesado sin pausa y a un ritmo acelerado durante toda la llamada transición democrática, al punto que desde Rodríguez a Mario Abdo no ha existido un solo periodo donde no se haya vinculado a referentes de esta organización política con el narcotráfico, contrabando, lavado de dinero y otros negocios criminales.
El financiamiento de los partidos burgueses o patronales siempre ha tenido como origen el financiamiento producto no sólo de lo que le reporta la explotación laboral legalizada, los negociados a través del propio aparato estatal, sino también aquella proveniente de las actividades criminales.
La reproducción de este modelo de funcionamiento ha generado toda una cultura en la que se apaña o consiente la inserción de estas estructuras mafiosas ligadas al aparato de los partidos tradicionales, al punto que, de estas organizaciones criminales depende el funcionamiento de todo un circuito de la economía denominada paralela o subterránea.
La ANR la principal organización mafiosa, pero no la única
Sin duda alguna Horacio Cartes es el principal referente de la mafia en el país, pero no solo el cartismo está vinculado a las organizaciones criminales, también el oficialismo tiene insignes representantes del narcotráfico y, en una escala menor, también se hallan vinculados una cantidad para nada insignificante de representantes del PLRA en distintos puntos del país.
Pero no hay duda que es el Partido Colorado la principal estructura política que ha permitido la expansión, consolidación y tutelaje de todo tipo de actividad criminal a través de sus principales círculos de poder para luego blanquear el dinero ilegal y presentar a sus representantes como “exitosos empresarios” con la complacencia mediática que opera bajo el pulgar de éstos.
La única forma de poner freno definitivo a estas estructuras mafiosas que parasitan el Estado y corrompen todo a su paso es la más amplia organización de las y los trabajadores para derrumbar este Estado criminal manejado por los grandes patrones de este país.
Tumbar a la burguesía nacional y construir una Estado obrero y socialista es la tarea histórica más importante de nuestra clase, sin lograr este objetivo es impensable vivir en una sociedad liberada de toda esta excrecencia mafiosa que condena a miles a la miseria mientras ellos se enriquecen y destruyen nuestras vidas.