El gobierno ha dispuesto que desde este 4 de mayo se inicie la denominada “cuarentena inteligente” cuando no existen condiciones para la flexibilización según los propios trabajadores de blanco quienes se manifestaron el 1 de mayo pasado frente a Mburuvicha Róga exigiendo el suministro de insumos básicos de bioseguridad para quienes están en la primera línea de combate a la epidemia.
Veamos solo algunos números que reflejan nuestro precario sistema de salud: antes de la pandemia en el país se contaba con un poco más de 700 camas para UTI distribuidas en 304 en el sector público, 212 en el sector privado, 154 en el IPS, 45 en el Hospital de Clínicas y 17 en la Fundación Tesãi; con las nuevas adquisiciones a la fecha no ha variado en demasía la fragilidad de la salud pública.
De la cantidad arriba indicada, según el Dr. Carlos Portillo, al 26 de marzo pasado, se contaba sólo con 20 de esas camas con respiradores para atender casos de urgencia por Covid 19 (12 en el Ineram y 8 en Ingavi). Según el Dr. Sequera en una de las últimas entrevistas brindadas a fines del mes de abril señaló que existían unas 100 nuevas camas para UTI, lo que era confirmado también por el Dr. Portillo, indicando que se esperaba contar con otras 100 más. Sin embargo, según el Dr. Fusillo señaló que como mínimo el sistema de salud requerirá de 1000 nuevas UCI para hacer frente a la enfermedad durante los picos más altos.
Lo paradójico es que esta medida del gobierno contradice las previsiones del Director de Redes y Servicios de Salud Dr. Portillo, sobre la flexibilización gradual de la cuarentena sanitaria, pues días pasado el galeno señaló que “la curva está plana, esperando que inicie la porción ascendente” “…todavía no hemos aplanado, en el sentido estricto de la palabra, en realidad, lo que pasó fue que se atrasó el inicio de la epidemia…” “…Estamos esperando que se produzca la primera quincena de mayo; recién a partir de ahí es que nosotros estaríamos apuntando a una flexibilización más sostenida de la cuarentena, mientras no lleguemos y la situación está controlada es impensable pensar en que vamos a levantar la cuarentena…” Como se ve 10 días antes de lo previsto por el médico el gobierno decide flexibilizar sin tener los recaudos necesarios para afrontar contagios masivos.
A todo esto hay que sumar que se llegó recién a la mitad de la cantidad mínima de realización test diarios para tener un panorama del nivel de contagio y su proyección más estricta. Según había manifestado el Dr. Sequera lo mínimo es alcanzar los 1000 test por día. Por otra parte, el Dr. Gabriel Preda señaló que en el país existen 194 médicos especialistas para cuidados intensivos. El Dr. Fusillo señaló que la Sociedad Paraguaya de Medicina Crítica está capacitando al personal no terapista para intervenir con los respiradores, aparatos que por lo menos 3 semanas requiere una persona en situación delicada.
La curva de la corrupción se mantiene sostenida
Lo que no ha variado con esta crisis es la podredumbre corrupta inficionada en los altos cargos del gobierno que con groseras sobrefacturaciones se llenan los bolsillos al paso de recaudar para la corona ingentes sumas de dólares mientras el pueblo se debate en la desesperación y la miseria.
La clase trabajadora al límite del aguante
La situación dramática de la clase trabajadora se expresa en la cantidad de suspensiones y despidos que se disparan a cientos de miles, las MIPYMES que continúan cerrando, la insuficiencia total de los programas de seguro de desempleo como de subsidios y los límites de la solidaridad de la clase trabajadora en los sectores más vulnerables, donde las ollas han servido como una medida de contención al hambre y al mismo tiempo como un tapón a estallidos sociales. El resultado de todo esto se manifiesta en el incremento del índice de pobreza con el aumentando del ejército de desempleados, el cual pegará un gran salto a nivel país.
El nivel de asfixia económica lleva a que los miles de afectados, desde días antes de esta medida del gobierno, adopten en los hechos una flexibilización de la cuarentena realizando changas para la subsistencia, y, en consecuencia, consideren necesaria el levantamiento cuanto antes de las restricciones para retomar sus actividades.
Las necesidades de la clase trabajadora son absolutamente entendibles y se hallan plenamente justificadas, no así los plantes del gobierno para hacer frente a las necesidades de la población manteniendo la única medida que hasta ahora se ha mostrado eficaz, la cuarentena, mientras se siga aprovisionando al sistema de salud para una atención acorde a lo que la epidemia en su pico demande.
¿A qué obedece esta medida del gobierno?
El gobierno hace un poco más de un mes atrás, por presión de los gremios empresariales, estaba ya dispuesto a flexibilizar la cuarentena. La presión de los sectores más gruesos del capital nacional no dejó de cesar para reactivar las actividades económicas a cualquier precio, es decir, anteponiendo sus ganancias antes que la salud de las y los trabajadores del país.
El relajamiento de la cuarentena no puede plantearse de manera responsable sin tener los recaudos sanitarios acorde al aumento considerable que propiciará la “flexibilización inteligente”.
El relajamiento parcial de la cuarentena no significa la exposición a un contagio «controlado» de la población por el curso común de una epidemia. Ello no es posible en nuestras condiciones porque justamente no existen mecanismos de control adecuado que garanticen en los lugares de mayor concentración poblacional (Asunción, Central, CDE,) una reactivación sólo parcial de las actividades laborales –garantizando la subsistencia digna a los aún vedados- y un control de los establecimientos de trabajo para constatar que las patronales cumplan con las medidas sanitarias de seguridad correspondiente.
¿Cómo se sostendrán los costos de la crisis?
El problema central es de dónde se financia la crisis, la respuesta del gobierno ha sido acogotar aún más al pueblo trabajador con el endeudamiento de los 1600 millones de dólares y ahora se perfila a un nuevo acuerdo para volver a endeudarnos a través de Itaipú por unos 5000 millones que condicionará la resolución del anexo C en 2023, el precio de la tarifa eléctrica entre otros.
En otras palabras, el gobierno no está dispuesto a presionar a los sectores poderosos del capital financiero, industrial y agroganadero para soportar el enorme peso de los costos de la crisis.
El relajamiento “parcial” de la cuarentena se da ante la continuidad combinada de la crisis del sistema sanitario y la crisis socioeconómica, con la proyección de que ambas se agraven con la exposición de la población ante un contagio incontrolable que será absoluta responsabilidad del gobierno a causa de los únicos intereses que le importa salvaguardar, la de los grandes dueños del capital.
Es urgente impulsar y fortalecer una alternativa política de las y los trabajadores
La profunda crisis socioeconómica y política, como consecuencia de la pandemia, hará que las condiciones de vida de los trabajadores alcance niveles desastrosos.
Está demostrado que los gobiernos capitalistas seguirán aplicando políticas a la medida de sus intereses, intensificando explotación y la miseria para los trabajadores. La crisis requiere una salida estructural, imposible bajo el régimen capitalista.
Se torna imprescindible que las y los trabajadores impulsemos y fortalezcamos un partido revolucionario que se plantee de manera seria la organización de nuestra clase apuntando a la movilización para tomar el poder y así enfrentar la crisis y poner el Estado al servicio de los trabajadores y el pueblo.