¿Por qué no votar por el Partido Colorado?
Las internas del principal partido de los patrones ofreció a sus afiliados asistir a la “democrática” elección de dos bloques mafiosos para que los representen. La lista de legisladores presentadas por los dos principales candidatos parecía ser elaborada a partir de una selección de prontuarios de los mejores estafadores, narcotraficantes y contrabandistas.
Marito Abdo -quien salió victorioso- representa una candidatura que personaliza la visión tradicional del viejo partido colorado. Sus propuestas y expresiones dan cuenta de su bagaje stronista y conservador, de la más rancia calaña. Es la apuesta a un gobierno que retorna a las viejas prácticas de uso del Estado, que dé lugar a un sector más amplio en el aparato estatal y en los negociados; y no solo a una elite como la que instaló Cartes desplazando a los viejos gusanos.
De todos modos, va ser difícil para Marito desentenderse de las políticas de achicamiento estatal que empezó Cartes, y por ende los negociados desde el Estado los hará desde la misma fórmula, que obedece, en última instancia, a la agenda y receta que se delinea en los países centrales del capitalismo a través de sus organismos internacionales (FMI, BM, BID, etc.) que orientan al aumento de la deuda externa y la venta del país.
Este partido ya gobernó nuestro país por más de 70 años, generando y sosteniendo la desigualdad, llevándolo a niveles de corrupción récords en el mundo y habiendo sido eje de la dictadura más larga de Latinoamérica.
¿Por qué no votar al PLRA?
Efraín Alegre sigue fiel a manejar el Estado como una empresa, como lo probó suficientemente cuando estuvo en el poder. Es un ejemplar representante del neoliberalismo, cuyas políticas han profundizado la pobreza de la clase trabajadora y favorece a los grandes capitales.
Por citar solo algunos ejemplos; como ministro del MOPC del gobierno de Lugo fue el principal impulsor de la privatización por APP de los aeropuertos y construyó la primera etapa de la desastrosa avenida Costanera que perjudicó a los más pobres, dejándolos en una palangana, sin atención social y dañando profundamente el ecosistema de la bahía de Asunción.
En cuanto al régimen político, Alegre apoyó el ilegítimo golpe parlamentario a Lugo, y formó parte del grupo que luego tomó el poder encabezado por el impresentable Federico Franco, quien impulsó una política de robo descarado al Estado.
El Partido Liberal ha votado las leyes centrales para dar «gobernabilidad» a los colorados acompañando proyectos nefastos como la ley que creó la FTC, la ley de Adecuación Fiscal, entre otras. Es tan vergonzante el accionar del PLRA que desde hace tiempo, el título de «oposición» le queda grande ante los hechos que lo delatan como más de lo mismo.
¿Por qué no votar por el Frente Guasu? (para el senado)
Se presenta como algo distinto, pero mientras el luguismo pactaba con liberales y colorados, nunca descuidó los negociados de los grandes empresarios. El luguismo significó el retroceso para gran parte del movimiento sindical y social que pasó a ocupar un papel de espectador atormentado por la abulia e inoperancia de quien creían era su representante.
Basta recordar ciertas perlitas de cuando el FG era gobierno; su ministro Filizzola avanzaba presuroso en la “reforma agraria” señalando como mérito “100 ocupaciones, 100 desalojos”; el intento de privatización del aeropuerto; los tres estados de excepción declarados en el norte; la hipócrita pose que hoy tienen tras la masacre de Curuguaty en la que parecen olvidarse que estaban al frente de Gobierno, del Ministerio del Interior, y otras instituciones cuando ocurrió el criminal desalojo; entre tantas otras medidas “progresistas” que le granjean el calor popular a la fecha.
En el presente no tienen mejor currículum; los acuerdos con el cartismo para la reforma constitucional y reelección; la conformidad con la aplicación de las alianzas público-privadas (APP); la total bancarrota política al apoyar y postular al “golpista” Alegre como Presidente, entre otras muchas cosas, los lleva a convertirse en una organización sin principios, capaces de inclinarse con lo peor de la derecha para sacar réditos y ventajas “estratégicas”, creyéndose los baluartes de la sagacidad para las movidas tácticas, para no demostrar que “en su pragmatismo” sólo se constata el patetismo y la ridiculez de quienes han perdido la orientación y la desvergüenza para el cálculo político.
Ninguno nos representa. Los trabajadores necesitamos organizarnos de manera independiente, impulsar un espacio amplio de unidad de acción con un plan de lucha para enfrentar a cualquiera de los dos candidatos de la derecha que resulte ganador.