El Partido Paraguay Pyahurá (PPP), ha de ser la organización política más fuerte en términos de cantidad de simpatizantes, pero a la vez, ha de ser la organización cuya dirección sea la más sectaria en su proceso de construcción, y a lo que acompaña con una actitud sobradora y en cierta manera soberbia.
Ese modo político de actuar es completamente inútil para ayudar a avanzar a la clase trabajadora en nuestro país. En esa órbita política se mueven tanto la Federación Nacional Campesina (FNC) como la Corriente Sindical Clasista (CSC).
Escribimos sobre este asunto porque se avecina, una vez más, una tradicional marcha del mes de marzo de cada año.
El recorrido histórico de la referida corriente de izquierda estuvo marcado por un bandeo político que pasó de una posición anti-electoral y abstencionista total, a un participacionismo electoral caracterizado por pegarse a sectores de la oposición colorada, pero no de izquierda sino de derecha. Y, esto echa raíces en la teoría que abrazan y se denomina “teoría de las contradicciones”.
No están en las plataformas de unidad del pueblo trabajador.
En el marco del gobierno y Estado cartista, se vienen dando distintos intentos de reorganización de las fuerzas de la clase trabajadora, tanto de la ciudad como del campo, pero Paraguay Pyahurá les da la espalda: si ellos no dirigen y si el resto no se inclina a sus pies no hay ninguna posibilidad de que puedan formar parte de una acción conjunta.
Un ejemplo de que son perjudiciales a la unidad del pueblo trabajador fue la triste experiencia del último intento, sectario por cierto, de recomponer lo que alguna vez fue el Congreso Democrático del Pueblo, pero bajo su batuta. Por eso, por un periodo, estuvieron sólo entre dos organizaciones políticas al interior, y que terminó como iba a terminar: con el alejamiento del Partido Comunista Paraguayo se firmó la defunción de lo que alguna vez fue el Gran Congreso Democrático del Pueblo, debido al extremo del sectarismo por parte de PPP y sus colaterales.
Este 26 y 27 de marzo Paraguay Pyahurá/Federación Nacional Campesina harán una vez más su conocida marcha, la que realizan hace más de 30 años. Aquí tienen espacio apenas las organizaciones indígenas, ninguna otra organización campesina puede sumarse a formar parte, en ocasiones se permitió que organizaciones estudiantiles puedan acompañar, pero sólo tuvieron la palabra referentes juveniles de su propio espacio partidario.
Este año no serán tan sectarios, pero sólo por sus proyecciones electorales futuras. Lo particular de este año es que ponen una vez más su carrocería al servicio de un sector de la oposición política de la centro-derecha parlamentaria y con la consigna “Unidos por el Paraguay”. Alguna consigna muy alejada de cualquier inclinación clasista o de izquierda, es decir, una vez más inútil para los derechos e intereses del pueblo trabajador.
Una inclinación especial pero no hacia la izquierda sino hacia la derecha política
Pero para quienes conocen la historia de Paraguay Pyahurá no resulta extraño esta presente orientación.
La marcha del 26 junto con la oposición de derecha lo hacen en el afán de apuntar a un nuevo frente electoral para tentar suerte en las próximas elecciones.
En la elección pasada, pusieron su movilización y su estructura al servicio de Efraín Alegre, fue a tal punto que en aquel acto se selló el respaldo político a la Concertación efrainista.
En la década del 90 llevaron de la mano a Guillermo Caballero Vargas, aunque no en lo electoral, a quien veían como el representante del capital progresista de nuestro país, en el marco de sus actos y de la marcha. O, daban cobertura política a Domingo Laíno, (entonces principal referente del Partido Liberal Radical Auténtico), a quien blindaban en actos del Congreso Democrático del Pueblo. Veían a estos representantes de la derecha social y política del país, como representante del capital progresista de nuestro país a quienes habría que apoyar.
¿Cómo les explicarán a sus bases que la táctica para avanzar por la lucha por la tierra y la reforma agraria se conseguiría con aliados que están en contra de las ocupaciones de tierra y métodos de lucha históricos del campesinado? ¿Cómo les explicarán a sus bases que entre sus aliados hay quienes están a favor de la Ley Riera Zavala? ¿Cómo les explicarán a sus bases que entre sus aliados está el senador Nakayama que no solo simpatiza, sino que pretende emular al delirante de ultra derecha como Javier Milei? ¿Cómo les explicarán a sus bases que sus aliados no tienen nada en común con algún proyecto electoral que pueda denominarse de izquierda?
Hay que ser claros, el PPP no impulsa ningún frente para la unidad de acción, sino que pone al servicio de estos sectores de derecha su peso relativo para sumarse a un nuevo frente electoral de derecha como lo hicieron el periodo pasado con Efraín Alegre.
Una base teórica nada clasista y menos de revolucionaria.
Por sus bases teóricas, adoptan la construcción de frentes electorales progresistas, en los que en la disputa política, entienden que hay sectores que se ubican en un “campo progresivo”; en donde pueden estar partidos de izquierda y facciones burguesas demócratas (liberales); y otros en el campo reaccionario, como la ultraderecha o partidos fascistas.
En ese sentido, esta corriente como otras, históricamente, llamaron a hacer unidades electorales con los sectores progresivos y formaron todo tipo de frentes llamados populares pero con burgueses y derechistas liberales, que no eran otra cosa que frentes policlasistas que levantaban un programa liberal y por ende contra los intereses coyunturales e históricos del pueblo trabajador.
Esta misma lógica es la que está por detrás de la teoría de las contradicciones, que es una base común en varias organizaciones de izquierda y del Frente Guasu: supuestamente, la contradicción principal es la disputa de un sector de la burguesía local contra el imperialismo y la secundaria la disputa en la lucha de clases contra el conjunto de la burguesía local. En consecuencia, de lo que se trataba era de aproximarse a la burguesía «progresista» cuyos intereses, supuestamente, chocan con los del imperialismo.
Esta base argumentativa llevó a el Partido Paraguay Pyahura a apoyar en su momento a Guillermo Caballero Vargas (un capitalista ligado a la industria manufacturera y fundador del Partido Encuentro Nacional), así también lo hicieron recientemente con Efraín Alegre (PLRA) terminando como furgón de cola en las últimas elecciones de esta expresión del segundo partido de la burguesía paraguaya y ahora, nuevamente, se encaminan a ser parte del frente democrático con Kathia González, Eduardo Nakayama, Miguel Abdón Saguier y otros sectores burgueses.
Este derrotero los llevará una vez más a ser la pata “izquierda” de la oposición burguesa y a ningunear cualquier intento de organizar la lucha entre los distintos sectores de la clase trabajadora del campo y la ciudad.