Ninguna de las candidaturas electorales que pugnarán en las próximas elecciones, llámense éstas Marito/Velázquez o Alegre/Rubín, representan ni representarán los intereses de los trabajadores y el pueblo empobrecido de nuestro país.
Marito y el partido colorado apuntan al mismo modelo neoliberal, al mismo plan económico, al mismo régimen político (quizá con algunas variantes de fachada) y la misma política para los graves problemas sociales que vive el país, es decir, más de lo mismo, mientras el desempleo, la pobreza y demás lacras sociales seguirán agudizándose y el pueblo hundiéndose cada vez más en la miseria.
El único cambio que este sector del partido colorado quiere implementar es el traslado de los beneficios de la conocida política prebendaria, que nunca desapareció, de las manos de los actuales beneficiarios (empresarios y mafiosos ligados a Cartes) a las manos de otro grupo, no menos corrupto, ligado al tradicional partido colorado y al aparato estatal para acaparar los jugosos negociados. Es decir, el único “cambio” que podemos esperar del proyecto “Marito y su gente”, es el retorno a las viejas prácticas clientelistas con los que históricamente el partido colorado operó.
El “maritismo” nunca ha tenido un cuestionamiento de fondo al modelo entreguista de cartes del “usen y abusen”. Por el contrario, ha cuestionado al ejecutivo la falta de eficiencia en la aplicación de la APP. Fue cómplice de la política antipopular del Cartismo, jamás cuestionó la persecución, la represión, los desalojos violentos a campesinos, la violación de los DD.HH, así como la profundización de la política de criminalización de las luchas sociales.
En síntesis, la única diferencia entre la “nueva alternativa colorada” y la nefasta experiencia cartista radica en quiénes serán los que repartan la torta en este festín desvergonzado de abuso de los bienes del Estado y del patrimonio nacional.
En proyecto liberal “alegrista” el cual cuenta con el apoyo del desdibujado Frente Guasú, tampoco tiene diferencias significativas. Alegre -como con el movimiento de Marito- tiene la misma orientación económica neoliberal cartista del “usen y abusen”. Alegre tiene vicios antidemocráticos muy parecidos a los que caracteriza a Cartes. Esto se ha evidenciado con actitudes asumidas tanto al interior de su partico (PLRA) como fuera del mismo.
Alegre es un consecuente neoliberal probado suficientemente cuando estuvo en el poder, por citar solo algunos ejemplos; como ministro del MOPC del gobierno de Lugo fue el principal impulsor de la APP de los aeropuertos. Habiendo impulsado la primera etapa de la avenida Costanera perjudicó a los más pobres, causando un tremendo problema a los pobladores de la Chacarita, dejándolos en una palangana, sin atención social así como sin ninguna participación en las decisiones a los sectores directamente afectados.
En cuanto al régimen político, Alegre apoyó el golpe parlamentario contra el presidente Lugo y en este sentido, no sólo se ubicó en la vereda del golpismo, sino que formó parte del grupo mafioso que tomó el poder encabezado por el impresentable Federico Franco, quien impulsó una política de saqueos al Estado, olvidándose de los problemas sociales y los sectores populares quienes se empobrecieron aún más.
Del Frente Guasú que apoya el proyecto liberal de Alegre, podemos decir que está cada vez más desdibujado, el proyecto luguista no solo ha defraudado a miles y miles de compatriotas que esperaban, con su gobierno, un cambio verdadero, sino que en los últimos tiempos fue asimilándose cada vez más a las prácticas oportunistas de los partidos tradicionales.
Lugo y el Frente Guasú ya demostraron, cuando estuvieron en el poder, que son más de lo mismo, aplicaron no solo políticas económicas neoliberales en contra del pueblo trabajador, sino que aplicaron también medidas represivas contra los trabajadores del campo y la ciudad, tales como los desalojos violentos a campesinos.
Su asimilación al régimen corrupto y putrefacto vigente ha tenido, en los últimos tiempos, un desarrollo vertiginoso dando saltos desvergonzados como ser los acuerdos con el cada vez más repudiado Cartes y para colmo acuerdos que apuntaban a violar descaradamente la constitución, lo cual en este caso representaba un peligro de retroceso de las libertades democráticas.