Es innegable reconocer el acierto de denuncias hartamente sentidas como las que expuso Payo en su carácter de senador en su momento, y la osadía para realizar actos que le significaron alta simpatía popular. Sin embargo, estas aciones no pasan de una peculiar forma de conducirse que no sólo le restan seriedad cuando se analiza de conjunto sus antecedentes, su programa político, la estructura que sostiene y acompaña su figura.

Su individualismo como centro de su proyecto, su origen colorado -saltando de carpa en carpa- apoyando a corruptos impresentables del Partido Colorado en el pasado y su mezcolanza ideológica se expresa en las propuestas que muchas veces rayan el delirio.

Esta caracterización no significa desconocer el arrastre que imprime el populismo de Payo en los sectores más atrasados de la sociedad. Con los ataques –incluso físicos- a políticos corruptos odiados por el pueblo se colocó en la cresta de la ola redituandole la aprobación popular. La osadía para expresar el merecido odio a los polítcos tradicionales y su método irreverente le redituaron gran capital político.

¿Quién es Payo Cubas?

Se define republicano, colorado y aclara que sólo es “líricamente un anarquista”. Su fama subió por las nubes, hay memes, chistes, celebraciones populares y canciones con su nombre, siendo uno de los episodios más celebrados el momento en que le derramó una botella con agua al corrupto del senador Kalé Galaverna.

No se le conoce programa alguno, sólo ostenta un inacabable discurso lleno de fusilamientos y paredones por doquier contra los corruptos de los partidos tradicionales, desprendido de todo analisis de la situación de la lucha de clases y las tareas necesarias para hacer avanzar al pueblo trabajador hacia una independencia de clase.

Es un personaje que se ha caracterizado por la oscilación entre actitudes de audacia y desvaríos en la denuncia contra la corrupción judicial y política. Con su actitud de repulsión sin rodeos hacia los personajes políticos más odiados, pero sobre todo sus métodos de intervención, le han generado una alta popularidad. Esto último es motivo de aplausos, jolgorio y burlas. Sin embargo, esto nos dice muy poco del personaje que hay detrás y su ubicación política.

Antecedentes

Payo estuvo afiliado al partido colorado desde joven, manteniéndose como militante de base. Sin embargo, su primera incursión significativa en la vida política se dio tras acceder al cargo de Diputado entre 1993 y 1998 pero por por otro partido político, el Encuentro Nacional, liderado por el empresario “progresista” Caballero Vargas, quien también fuera apoyado por Paraguay Pyahurá en su momento. Luego fue candidato a Gobernador de Alto Paraná por la Alianza democrática PLRA-PEN, posteriormente fue candidato a Intendente en CDE en 2001 con un movimiento independiente (denominado “Hormiguita”) en el que perdió contra Zacarías Irún.

En 2007 fue pre candidato a la gobernación de Alto Paraná por la ANR. Militó en el movimiento oficialista, conducido por Alberto Alderete, quien en ese momento era presidente del partido colorado. En un primer momento Payo estuvo aliado con Castiglioni e intentó ser parte de ese espacio como candidato, pero fue rechazado por la influencia que tenía Zacarías. Por esta razón recaló en el movimiento de Alderte, Goli Stroesner y Marito.

En el 2011 intentó nuevamente ser intendente de CDE, pero esta vez por el Frente Guasú. Descabalgó de la candidatura 15 días antes de las elecciones, alegó públicamente que fue por malos manejos de dinero al interior del FG y que los fondos se lograron a partir de desvíos de Itaipú. La intendencia fue ganada por Sandra MacLeod, varios actores políticos como periodistas dijeron que en realidad renunció a la candidatura por llegar a un acuerdo con los Zacarías. En una discusión con la senadora Zulma Gómez (PLRA) ésta le recriminó ser un hipócrita por haber trabajado por la candidatura de Cartes, a lo que Payo aceptó señalando que lo hizo confiado en que sería una candidatura distinta.

¿Cómo lo ubicamos políticamente?

Este bandeo constante de todo los espacios políticos señalados da una muestra de su oportunismo militante e indisimulable, que acompaña a su tilinguería.

Payo no tiene un programa político, discursivamente se define a partir de un mbaipy pocas veces visto. Utiliza todo tipo de categorías políticas para definirse y definir su proyecto: anarquista (líricamente), republicano, colorado de vieja cepa, representante genuino del programa histórico de la ANR; que “busca la revolución burguesa que supere el estado medieval en que se vive y emancipe al pueblo de los políticos que quieren una dictadura del proletariado”, entre otras frases disparateras.

Si nosotros debiéramos ubicarlo diríamos que es un nacionalista tardío y delirante. Reivindica las raices del partido colorado públicamente, en consecuencia programáticamente se ubica en el campo de la burguesía, más allá de su origen social. Es el hijo pequeño burgués descarriado que pudo ser parte de la gran estructura partidaria de burguesía nacional, la ANR.

Un producto del hartazgo

El destaque ganado por Payo es producto del descontento, del kuerai de la gente que ve en él una figura que rompe con todos los esquemas y sin vergüenza alguna ataca a toda la mugre política de la cual la gente está harta.

Es impensable el surgimiento de su figura en otro tiempo de nuestra historia política. Emerge en un momento en el que existe una acumulación importante de crisis económica y política, combinada con la falta de representación popular. La consecuencia de estas salidas es tener a representantes cada vez más degradados en el quehacer político (desde Payo, a los impresentables del ex Ab-ovo, pasando por el diputado Jorge Brítez –coincidentemente proveniente de la misma plataforma de Payo – y el ex gobrnador de Caentral, Hugo Javier).

La elección de Payo expresa la desmoralización, incertidumbre, desorientación y sobre todo mucha rabia del pueblo que elige a cualquier personaje con tal de no continuar con la podredumbre de siempre.

Payo ha canalizado ese estado de ánimo de las masas a través de sus actitudes irrespetuosas, de sus arranques groseros y violentos, logrando la atención y el aplauso de amplias capas de la clase media y popular. En ese sentido, su actitud le ha tributado una amplia simpatía, sin importar mucho si tiene o no un programa político progresivo con relación a los intereses del pueblo trabajador.

Todo lo que arrastra es por fuera de cualquier proyecto político serio, ni siquiera alrededor de reivindicaciones coyunturales concretas y urgentes. No acumula la popularidad lograda hacia unidades de acción entre distintos espacios organizados del pueblo trabajador para impulsar-por ejemplo- una huelga general en busca de lograr reivindicaciones muy sentidas por el pueblo trabajador.

Por el contrario, Payo ha atacado una y otra vez a los trabajadores del sector público, tratándolos de inútiles por la distancia que media entre sus situaciones laborales y la de sus jefes en la función pública.

En cada exaltación por algún tema deja ver su profunda vena homofóbica, está a favor de los denominados “pro vida”, y en sus últimas declaraciones ha dicho que de llegar a presidente sería un dictador. Su modelo es el Estado policiaco del Salavador, con el epresario populista de Nayib Bukele que considera qque la seguridad se agota en la represión, sin atender a las causa estrcuturales que producen la desigualdad social que es un campo de cultivo para que aflore los sectores lúmpenes.

La simpatía a Payo es una expectativa distorsionada

Hemos dicho que Payo refleja el descontento de las masas y al mismo tiempo la degradación más completa de la política. Sus exaltaciones son celebrados por muchos y hasta podríamos coincidir en que lo único positivo es que despertó mayor atención e hizo aflorar aún más la indignación contenida en el pueblo contra grandes sinvergüenzas y que ello posibilitaría una sacudida para salir a pelear contra los planes centrales del futuro gobierno.

En ese sentido, crea un clima nuevo en el ambiente, pero dependerá de la intervención de las organizaciones serias de la clase trabajadora que ese humor pueda ser conducido hacia luchas centrales para el pueblo. En caso contrario, en el río revuelto sólo crece la confusión y en consecuencia falsas expectativas y salidas inconducentes a nuestros intereses de clase.

Atendiendo a los antecedentes y límites descriptos de la figura de Payo, debemos ser claros cuando intercambiamos con los trabajadores, decirles que un personaje que se reivindica colorado, no sólo por su pasado, sino porque efectivamente (y en esto es brutalmente sincero) defiende abiertamente el programa del principal partido de la derecha, y, en consecuencia, no puede ser más que un enemigo del pueblo trabajador, aunque tenga un discurso y modus operandi distinto.

Debemos explicar que pretender que el partido colorado cambie porque un personaje como Payo pueda influir por denunciar a los principales delincuentes que conforman su dirección, es como pretender –ingenuamente- limpiar la mafia de criminales porque un delirante denuncie a los que la encabezan para así limpiar sus filas y convertirla en una asociación de beneficencia.

Los sectores más atrasados de la clase trabajadora y la gran mayoría de la clase media simpatizan y se ven representados en Payo. Debemos pacientemente desarrollar una explicación de todo lo expuesto para que se dimensione los límites y distorsiones del personaje en cuestión. Si el fenomeno populista de Payo se sigue desarrollando, lo más probable es que vuelva a emplamar con sectores reaccionarios y consevadores ligados al poder económico. No existe ningun indicio de que pueda abrazar un programa efectivamente al servicio de los trabajadores y el pueblo para enfrentar al sistema capitalista, orientado a la construcción de una sociedad más justa, un sociedad socialista.

Debemos tener claro que mientras el aparato del Estado siga estando en manos de los representantes de clase social dominante, los patrones de este país, serán ellos quienes ajustarán a su favor las reglas para que sigan siendo sus intereses los que primen. Nuestra tarea fundamental es los cientos de miles de trabajadores que siguen en los partidos tradicionales de la derecha, en los nuevos partidos de derecha, y en los espacios de la izquierda reformista, identifiquen que esas organizaciones no se corresponden con sus intereses de clase. Debemos alentar a la organización de manera independiente por una salida que levante un programa genuino de nuestra clase para avanzar hacia un gobierno obrero, revolucionario y socialista.