En uno de sus poemas inmortales, Machado habla de las dos Españas. La España de la derecha tuvo su mejor representación en la foto de la manifestación de Colón, donde el trío PP-C´s-Vox (acompañados por grupos explícitamente fascistas) escenificó su propuesta. En este sector la novedad es el rápido crecimiento, ampliamente aupado por los medios de comunicación, de Vox.

 

Por Manuel Cid

El PP de Casado-Aznar, angustiado por la pérdida de votos hacia Vox, se aproxima cada vez más al perfil de éste. Sin lograr parar la sangría del PP, enardece a Vox, que adopta posturas cada día más provocadoras.

La “España viva” de Vox escarba en la mugre, en el fondo más viscoso y repugnante de la sociedad española. Azuza la reacción machista de un sector social que se siente amenazado en sus privilegios por la lucha por la igualdad de las mujeres; rebusca el voto oscuro de la España clerical contra el derecho al aborto; incita a la xenofobia y al racismo contra los trabajadores inmigrantes; incita al odio contra los catalanes y, apelando a la defensa de la sacrosanta unidad española, llama a suspender la autonomía, ilegalizar a los independentistas y detener a Torra. Reivindica el franquismo y la impunidad de sus crímenes. Es la banda del “Viva España, viva el rey, viva el orden y la ley” que ha llegado incluso a amenazar con la ilegalización de las organizaciones marxistas. Son los amigos de Trump y Netanyahu, de Bannon y Salvini.

Aunque Vox intente presentarse como una opción nueva, en realidad, viene de lejos. Es, antes de nada, la escisión del sector más “ultra” del PP. No por casualidad a su líder, Santiago Abascal, no se le conoce otra profesión que vivir de las “mamandurrias”. A los 23 años ya era concejal, también ha sido Presidente de las Nuevas Generaciones del PP y parlamentario vasco. Aznar apadrinó una fundación de carácter ultraderechista que encabezó Abascal, regada convenientemente con cientos de miles de euros públicos. Cuando Abascal se quedó sin sillón parlamentario, Esperanza Aguirre lo rescató, nombrándolo a dedo para la agencia de protección de datos y posteriormente para una fundación de actividad desconocida.

En un contexto más amplio, la surgencia de Vox no se entiende sin echar la vista atrás a la transición. Con ella, se selló la impunidad de los criminales de la dictadura franquista, que permanecieron en sus puestos de poder en el aparato del estado como la judicatura, las fuerzas policiales o el ejército. Estos son los generales franquistas que ahora engrosan las listas de Vox. Listas aderezadas por lo demás con neonazis de distinto pelaje y ex cargos del Partido Popular.

¿Cómo combatir a Vox?

Compartimos el sentimiento de preocupación que se ha extendido por el auge de la formación ultraderechista. Sin embargo, no deja de causarnos perplejidad que algunos quieran culpar a quienes no votamos al PSOE o a Podemos por su subida. En primer lugar, enfocar el combate a la ultraderecha en el ámbito puramente electoral es una trampa. Es jugar a las cartas con la baraja marcada. ¿O no es Vox un producto del régimen monárquico del 78? El mismo que creó la normativa legal y electoral.

Pero incluso ciñéndonos a lo electoral, ¿la barrera contra la ultraderecha es sostener al PSOE? Los mismos que se han alineado con la derecha contra Cataluña, para reformar la Constitución a favor de los bancos o para realizar contrarreformas laborales… Vox ha irrumpido primero en Andalucía, justamente en el principal bastión del PSOE. No nos parece casualidad. Los resultados electorales allí muestran que el auge de Vox no se debió tanto a un aumento del número de votos a los partidos de la derecha, sino a la devastadora desmovilizació ndel voto obrero y de izquierdas. Es decir, la fortaleza del PSOE, en lugar de formar una muralla contra ellos, le puso una alfombra roja a Vox.

Para nosotros y nosotras, la única vacuna efectiva contra la ultraderecha es el impulso a la movilización y organización obrera. Eso comienza por desarrollar los conflictos laborales o defender los servicios públicos, pasa por levantar la unidad de acción con la clase trabajadora inmigrante, por incorporar las reivindicaciones de igualda de las mujeres, pero termina construyendo una alternativa a este régimen, a través de un proceso constituyente de base popular, que permita ejercer el derecho de autodeterminación a las nacionalidades.