No son pocas las polémicas desatadas en torno a las últimas elecciones en Venezuela acerca de la existencia del fraude, del carácter del régimen, de la oposición de derecha y la intervención del imperialismo, entre otras. Aquí queremos polemizar con las organizaciones de izquierda en Paraguay, tanto con quienes defienden la dictadura chavista (PPCS, PPC, y otros), como quienes hacen una crítica tardía e incompleta y sólo respecto al periodo que le toca a Maduro (PCP).

Es importante señalar que las posiciones que el estalinismo/maoísmo y la izquierda reformista en general adoptan frente a los llamados gobiernos progresistas parten de una visión particular, de una concepción de lógica antidialéctica proveniente del tronco teórico heredado del estalinismo y su teoría de los campos.

Esta teoría parte de considerar que en la disputa política hay sectores que se ubican en un “campo progresivo”; donde pueden estar partidos de izquierda y facciones burguesas demócratas (liberales); y otros en el campo reaccionario, como la ultraderecha o partidos fascistas. En ese sentido, los estalinistas llamaron a hacer unidades electorales con los sectores progresivos y formaron todo tipo de frentes populares, que no eran otra cosa que frentes policlasistas que levantaban un programa liberal y por ende contrarrevolucionario. En Paraguay, la última experiencia llevó a que el Partido Comunista Paraguayo llamase a apoyar el proyecto político del ex presidente Fernando Lugo dando el famoso apoyo crítico al gobierno.

Esta misma lógica imprimió el maoísmo con su teoría de las contradicciones; donde la contradicción principal es la disputa de un sector de la burguesía local contra el imperialismo y la secundaria la disputa en la lucha de clases contra el conjunto de la burguesía local. En consecuencia, de lo que se trataba era de aproximarse a la burguesía «progresista» cuyos intereses, supuestamente, chocan con los del imperialismo. Esto llevó a organizaciones de izquierda maoísta como el Partido Paraguay Pyahura (PPP) a que apoyaran en su momento a Guillermo Caballero Vargas (un capitalista ligado a la industria manufacturera y fundador del Partido Encuentro Nacional), así también lo hicieron recientemente con Efraín Alegre (PLRA) terminando como furgón de cola en las últimas elecciones de esta expresión del segundo partido de la burguesía paraguaya y ahora, nuevamente, se encaminan a ser parte del frente democrático con Kathia González (Encuentro Nacional) y otros sectores de la pequeña burguesía y sectores reformistas.

Desde el Partido de los Trabajadores de Paraguay y desde nuestra corriente internacional, la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) hemos sostenido de manera consecuente la caracterización de lo que significó el Chavismo desde su origen como fenómeno político; siendo una expresión nacionalista burguesa que emergió como un subproducto del Caracazo (1989). Es decir, surgió de manera indirecta tras la irrupción del movimiento de masas que se enfrentaba al entonces gobierno proimperialista de Carlos Andrés Pérez y sus medidas antipopulares.

A modo de síntesis, no podemos dejar de explicar brevemente el carácter del proceso chavista hasta su deriva actual, más allá que la profundización y puntillosidad en los análisis contrastados con datos se encuentren en una serie de materiales publicados por nuestra internacional, aquí nos limitamos colocar a modo de referencia algunos puntos.

            Breves antecedentes del chavismo

Las medidas que el gobierno de Hugo Chávez tomó no significaron en absoluto poner en perspectiva un proyecto socialista, sino la recomposición de un modelo nacionalista burgués lo que significó reestructurar el Estado capitalista, en ese momento amenazado por las movilizaciones. Chávez se puso al frente del golpe de Estado en 1992 enarbolando un discurso que empalmaba con las masas al reivindicar la soberanía nacional sometida a las transnacionales imperialistas. Esta intervención derivó en su encarcelamiento, pero también le granjeó apoyo popular al punto que su liberación fue producto de las manifestaciones populares.

En 1997 Chávez ganó las elecciones y tras un intento de golpe militar (2002) impulsado por el imperialismo norteamericano en alianza con la derecha venezolana el pueblo salió a defender el proceso iniciado. Es importante aclarar que en aquel momento nuestro posicionamiento fue el de oposición al golpe en las calles, sin dar apoyo político al gobierno de Chávez. Es decir, consideramos que aquella intentona debía ser derrotada, pero al mismo tiempo alertando que el gobierno de Chávez no era una alternativa real para un cambio estructural de la sociedad venezolana y que era necesario construir esa alternativa obrera y revolucionaria para la lucha por el socialismo.

A pesar del intento golpista, las organizaciones de derecha siguieron conviviendo en Venezuela porque la lógica del chavismo era conciliar con aquel sector a pesar del envalentonamiento golpista para mostrar confiabilidad al propio imperialismo y mantener y acrecentar sus propios privilegios en consonancia con el capital nacional e internacional.

Decir la verdad, por amarga que fuera es una necesidad de toda organización que se precie de marxista revolucionaria, ello nos significó todo tipo de epítetos y consideraciones oprobiosas de parte de la izquierda reformista/chavista que no se animan a realizar un balance serio de dicha experiencia.

            El «socialismo» del siglo XXI

El chavismo inauguró un proceso de advenimiento de gobiernos dichos “de izquierda” en América Latina, al punto que Chávez empezó a denominar al proceso bolivariano como «socialismo del siglo XXI». La verdad es que, 25 años después, es evidente que de socialismo nada tuvo. Sin embargo, marcó el inicio de los llamados gobiernos “progresistas” de América Latina (Lula Da Silva, Néstor Kirchner y Cristina Fernández, Rafael Correa, Evo Morales, Bachelet, Fernando Lugo, etc.) con todas las consecuencias desmoralizadoras que sobrevinieron a ellas junto con la vuelta de los gobiernos de derecha y ultraderecha.

Las primeras medidas del chavismo apuntaron a la reorganización de las fuerzas armadas, manteniendo la defensa de la propiedad privada de los medios de producción y la adopción de medidas nacionalistas como la expropiación de ciertos sectores, pero estas expropiaciones no tenían un carácter nada revolucionario, se realizaban con indemnización a precio de mercado a los burgueses del momento, es decir, lo que hace cualquier país capitalista en la medida de sus necesidades y posibilidades de expropiar; estas medidas chocaron con los intereses norteamericanos que exigían mayor expoliación de los recursos del país (hidrocarburos y explotación minera).

Esta posición de ejercer mayor soberanía significó roces con el imperialismo, en especial con el gobierno de George Bush, lo que fue atenuado con la llegada de Obama. En ese sentido señala Iturbe, A (2013) «A partir de la asunción de Obama como presidente de los Estados Unidos, incluso esta retórica contra el imperialismo yanqui desapareció y el discurso chavista pasó a ser mucho más “amistoso”, casi de “camaradería”. Recordemos las declaraciones de Chávez ante las recientes elecciones presidenciales estadounidenses: “Si yo fuera estadounidense, votaría por Obama. Y yo creo que, si Obama fuese de Barlovento o de un barrio de Caracas, votaría por Chávez. Estoy seguro”. En otras palabras, pasó de enemigo de Bush a aproximarse a Obama.«

Chávez viró su discurso cuando asumió Obama el poder, llegando a contemporizar con el imperialismo y en cuanto a los procesos revolucionarios del Norte de África y Medio Oriente, su gobierno declaró el apoyo incondicional a sanguinarios dictadores como Kadafi y Al Assad, en momentos en que los pueblos libio y sirio irrumpían en el escenario político en armas contra esos regímenes.

Esta misma relación pendular la tuvo con Colombia, cuando presidía Uribe se dieron enfrentamientos, pero cuando llegó Santos al poder Chávez apoyó a ese gobierno de derecha. Lo mismo ocurrió con el Rey de Juan Carlos de España, como lo recuerda Iturbe, A (2013) «este discurso estaba dirigido básicamente contra Bush y los Estados Unidos, pero no contra el imperialismo europeo, con el que Chávez siempre se mostró bastante más amable. En la XVIII Conferencia Iberoamericana realizada en Santiago de Chile, en 2007, estuvo, es cierto, el recordado “¿Por qué no te callas?” del rey Juan Carlos, enojado porque Chávez acusaba al gobierno español de haber apoyado, en 2002, el golpe de estado en Venezuela. Pero fue sólo una pelea mediática y circunstancial. No debemos olvidar que, en 2005, en la Conferencia realizada en Salamanca, Chávez, junto con otros presidentes, le había regalado al rey una bandeja de plata, y se había fotografiado sonriente con él. Ahora, Maduro acaba de agradecer a Rajoy y al rey Juan Carlos la rapidez con que el gobierno y el Estado español reconocieron su triunfo electoral.

Esta expresión nacionalista burguesa sólo manchó el significado del socialismo y tuvo la complicidad del coro irresponsable de la mayor parte de la izquierda, tanto estalinistas como reformistas e incluso de sectores del trotskismo como el MST (Arg) y el MES (Bra) en su momento. Estas experiencias desastrosas sirvieron en bandeja a la derecha el discurso de que no sólo la ex URSS y los ex Estados del Este muestran el fracaso del socialismo, sino también el chavismo y las experiencias latinoamericanas similares a la misma.

Un extraño antiimperialismo

Esta situación en la que Chávez pudo desarrollar cierta mayor independencia de la potencia hegemónica imperialista le fue posible porque le tocó gobernar en un momento de ascenso económico, favorecido por el alza del precio del petróleo. Esto significó que distintos programas de ayuda asistencial para la población se desarrollen en Venezuela, pero no hubo ningún cambio estructural, manteniendo al país dependiente de la renta petrolera.

Esta situación particular significó sanciones de parte del imperialismo norteamericano, intentos de golpes e injerencia de todo tipo para intentar derrotar al chavismo que se constituía así en un obstáculo para lograr mayor penetración en la extracción de plusvalía a través de sus multinacionales. Esto no significó que Chávez ni Maduro hayan efectivamente roto relaciones con las principales multinacionales imperialistas o hayan dejado de pagar la deuda externa.

Para muestra vale un botón; en julio de 2024 el gobierno Venezolano extendió su contrato con Chevron[1] para continuar los procesos de explotación de hidrocarburo hasta el 2050 «La empresa mixta petrolera de Venezuela Petroindependencia, donde la estadounidense Chevrón tiene un 34% de participación, podrá operar hasta 2050, luego de que la Asamblea Nacional (AN, Parlamento), de amplia mayoría chavista, autorizara este miércoles una prórroga de 15 años al desarrollo de sus actividades, que estaban establecidas hasta 2035[2]. En cuanto a la deuda externa esta siguió pagándose de manera religiosa, al punto que Chávez en ocasiones se jactó de pagar de manera adelantada.

Pero, además, nunca el chavismo ni siquiera puso en perspectiva un proceso de transición al socialismo lo que hubiera significado medidas concretas en ese sentido, como la expropiación de la burguesía nacional, la planificación de la economía, la democracia y el control obreros sobre los medios de producción, el monopolio del comercio exterior; ningún de estos aspectos fue siquiera considerado en las décadas que lleva el chavismo en el poder.

En síntesis, lo que la propaganda chavista y sus repetidores locales llamaron “socialismo del siglo XXI”, no pasó de un moderado programa de “redistribución” de las rentas del petróleo (en tiempos de precios altos de este recurso), en el que una parte pasó a financiar programas estatales asistencialistas, como las “misiones”, que aliviaron por unos años la situación dramática de los sectores más pauperizados pero que, de ninguna manera, cuestionaron el control de la burguesía y el imperialismo sobre la economía ni ofrecieron salidas de fondo a los beneficiarios (educación de calidad, empleos, salarios y jubilaciones dignas, etc.).

Las sanciones del imperialismo no convierten a un país en antiimperialista

 A nadie se le ocurriría decir que las sanciones que EE.UU. impone al Talibán convierten a estos en antiimperialistas, lo mismo va el ISIS[3] o para la dictadura capitalista de Putin, en Rusia. Nadie en su sano juicio diría que la facción de Honor Colorado, donde es sancionado su principal líder, convierte al cartismo en antiimperialista.

Los ataques del imperialismo se dan por la necesidad de profundizar el sometimiento de los países para aumentar el saqueo, la rapiña, o cuando determinados sectores obstaculizan o riñen con sus propios negocios en una determinada región o, de estos negocios (sin bendición norteamericana) se deriva el financiamiento de regímenes enemigos de los EE.UU. En otras palabras, los ataques se dan para adecuar a determinados sectores a sus intereses.

Sin embargo, básicamente este esquema antidialéctico y prosaico es del que se vale la izquierda reformista para señalar que Maduro mantiene una política antiimperialista.

Profundización de un régimen autoritario y el aumento de la miseria

Tras el caracazo la derecha tradicional se vio completamente derrotada, sin autoridad alguna y sus efectos fueron el desplazamiento del poder y al mismo tiempo de los grandes negocios petroleros. Esta corrida la logró el chavismo, cuya cúpula proviene de la segunda línea de las Fuerzas Armadas con Chávez a la cabeza. Este sector, junto con una burocracia estatal y una red de operadores empezó a enriquecerse y de hecho ocupó el lugar de la derecha tradicional.

Las circunstancias coyunturales hicieron que se arrope con un discurso populista de izquierda cuando en los hechos operaba como un gobierno burgués que consolidó a una casta militar y su influencia ocupó el lugar de la burguesía tradicional.

Esta boliburguesía acrecentó fortunas a costa de la renta petrolera, siendo uno de los empresarios más emblemáticos y poderosos Diosdado Cabello, quien ejerce hoy el cargo de vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) con múltiples empresas, varias de ellas constituidas en el exterior.

Para sellar este proceso de consolidación como nuevo sector burgués el chavismo instaló un régimen autoritario que se fue consolidando y agudizando sus arbitrariedades en el tiempo.

Ya con el segundo mandato de Chávez comenzó el ocaso del proceso, se cerraba la época de bonanza de los commodities y el régimen debía empezar la etapa de recortes y medidas de austeridad producto de la caída del precio del petróleo que llevó a situaciones de hambruna que se profundizaron en el tiempo, conllevando ello que hoy se reporte la migración de más de siete millones de habitantes.

Las reacciones de la clase trabajadora no se hicieron esperar, las protestas fueron brutalmente reprimidas, dirigentes sindicales y de izquierda y sus partidos perseguidos e ilegalizados. Tras la muerte de Chávez (2013) se hizo más patente este proceso de deterioro y con Maduro ya en el poder asoló de manera más radical la represión, el hambre y la miseria. Lo que no cesaron fueron las grandes ganancias tanto para el empresariado nacional como internacional. Para mantener el nuevo status quo se apeló a reforzar los rasgos más brutales de una dictadura y así lograr regimentar a la población y a sus organizaciones.

Desde un primer momento, ante la situación de sanciones del imperialismo norteamericano, hizo que el gobierno venezolano acomodara sus relaciones con otros sectores del capital internacional. Así se afianzaron sus relaciones con dictaduras de medio oriente, con China, Rusia y otros países europeos que explotaban los recursos de hidrocarburos y minerales de la Cuenca del Orinoco. Hoy China es el principal acreedor internacional de Venezuela, quien lo somete como potencia económica y disputa a EE.UU. el control sobre la mayor reserva de petróleo en el mundo.

De hecho el factor predominante que explica los niveles catastróficos que ha alcanzado la crisis económica en Venezuela -con una caída de más del 70% del PIB del país- es el pago a los préstamos chinos en petrodólares (barriles de petróleo) que se duplicaron cuando los precios del crudo cayeron por la mitad llegando a destinarse al pago a China la tercera parte del total de la producción de petróleo en Venezuela, lo que a su vez descapitalizó la empresa estatal al utilizarse incluso las reservas necesarias para la reproducción del proceso productivo. Esto llevó a que la producción cayera de 3 millones de barriles de petróleos diarios a menos de 1 millón, y como el país nunca modificó su modelo rentista eso se reflejó directamente en la caída del PIB del país produciendo la situación actual que solo se daría por situaciones de guerra, epidemias u otras calamidades similares.

La persecución que viven las organizaciones de la clase trabajadora en Venezuela se coronó hace un par de días con la aprobación de la Ley anti ONG[4] la misma que está siendo llevada adelante por el cartismo. Lo extraño es que la izquierda reformista paraguaya condene el proyecto cartista y guarde silencio criminal ante la sanción de la ley del mismo tenor en el «democrático» régimen venezolano.

Chavismo y cartismo y el cuento de los «antiimperialistas» perseguidos

Todo lo expuesto hasta aquí de Venezuela da cuenta de que estamos ante un Estado capitalista, con un gobierno burgués que instaló un régimen dictatorial que intenta justificar su actuación con el discurso de la defensa de los recursos naturales ante el imperialismo yanky, pero que los rifa ante potencias económicas como China, Rusia y otros. De todas maneras, como se ha visto, la ruptura con el imperialismo norteamericano es una media verdad, pues el ejemplo de Chevrón desnuda la hipocresía de este discurso.

Pero en las últimas semanas salieron a la luz en Paraguay los vínculos que tiene el chavismo con el cartismo. Aquel avión iraní detenido en Buenos Aires operaba bajo la bandera de la compañía venezolana Emtrasur, pero para los Estados Unidos seguía perteneciendo a Mahan Air, una compañía iraní sancionada por el imperialismo.

Los vínculos comerciales del grupo económico de Cartes vienen siendo publicados desde la aparición del famoso avión venezolano-iraní retenido en junio de 2022 en Buenos Aires proveniente de nuestro país para la triangulación de cigarrillos del patrón. En marzo, el medio venezolano Armando.info publicó una extensa investigación en la que liga a Tabacalera del Este SA (Tabesa), la empresa que fuera la nave insignia del Grupo Cartes, con un esquema de tráfico de cigarrillos a nivel hemisférico que tiene como uno de sus vértices a Mundo Factory, compañía que sería manejada por Rubén Flores, sobrino de Celia Flores, la esposa de Maduro.(…) Semanas antes, el mismo avión había transportado un cargamento de cigarrillos producidos en Ciudad del Este con destino a Aruba, una isla en el caribe próxima a Venezuela. «Las autoridades paraguayas, que colaboraban con las pesquisas, también informaron que el vendedor del cargamento de cigarrillos embarcado en mayo de 2022 desde Ciudad del Este había sido Tabacos USA INC, una compañía hermana de Tabesa.[5]

Lo cierto es que al chavismo paraguayo no parece importarle mucho los buenos negocios de Maduro y Cartes.

Las relaciones con Venezuela empezaron a tener un giro ya con el gobierno de Cartes (2013/2018) quien aprobó el ingreso de Venezuela en el Mercosur[6] y el actual gobierno de Santiago Peña recompuso inmediatamente las relaciones diplomáticas y nombró a un embajador en abril de 2024[7]

Lo más llamativo trascendió con la noticia de que la embajada venezolana en Paraguay está instalada al lado del domicilio particular de Cartes; lo que hace sospechar que ante una eventual extradición se refugiaría en dicha embajada[8].

En todo este escenario de «antiimperialistas» de nuevo tipo, el reformismo está confundido. Por un lado, sale Evo Morales a dar un espaldarazo a Santiago Peña por haber defendido a Tabesa (la principal empresa de Cartes) de la nueva sanción impuesta por el imperialismo, por otro lado, sale Lula Da Silva a decir que desconoce el resultado de las elecciones en Venezuela hasta que se publiquen las actas. Los reformistas se miran y se rascan la cabeza sin entender muy bien aun lo que ocurre en la turbulenta disputa de sectores del capital internacional que intentan acomodar sus piezas en la lucha por la hegemonía en el continente y ellos, en el medio, intentando ubicarse siempre como antiimperialistas a cualquier precio.

Entre las lumbreras de la izquierda paraguaya hay quienes no se sienten tan extraños en ser del mismo bando de Maduro y Cartes, más aún cuando tienen sobrada experiencia al haber sido parte, en marzo del 2018, del campo del cartismo para que gane el luguismo (?). Todos recordamos «la osadía política» de esta izquierda que puso a disposición la bancada del Frente Guasú -acompañado del sector Llanista (el sector más reaccionario del PLRA)- para votar la enmienda constitucional que habilitaba a Cartes y Lugo a la reelección. Horas después las masas enardecidas quemaron el Congreso e inmediatamente la represión cartista ordenó el ingreso de la policía al local partidario del PLRA y asesinaron al joven activista Rodrigo Quintana. Hasta ahora esta gente no ha sacado ningún balance serio de la lógica de su experiencia política.

El extravío de la izquierda reformista

Ante la coyuntura en Venezuela la senadora luguista Esperanza Martínez (PPC) se apuraba en reconocer a través de sus redes sociales a Maduro como el ganador de las elecciones apenas habían transcurrido unos minutos del anuncio en Caracas. Pero los luguistas Hugo Richer (PPCS) y Sixto Pereira oficiaron de «veedores» y para ello fueron a Venezuela a verificar el democrático régimen de Maduro que a través de cómputos muy poco serios, sin mostrar las actas y sin tener siquiera el resultados por regiones para contrastar anunciaban su victoria sobre la derecha.

Nuestros camaradas de Unidad Socialista de los Trabajadores de Venezuela señalaban: «La dictadura de la «boliburguesía» anuncia, pasadas más de seis horas del cierre de las urnas, unos resultados que en nada se compaginan con la realidad observada en cuanto a preferencia de votos durante toda la jornada electoral, ni con los resultados que los testigos de mesa iban leyendo al cierre de las mismas, en los diferentes centros electorales.[9]

    Resulta además muy sospechoso que, durante el anuncio, el CNE, no ofreciese detalles de los resultados por estados, por municipios, por centros electorales, siendo que además existen inconsistencias entre los porcentajes de votos que se anunció obtuvieron todos los candidatos y la totalidad del padrón electoral.(Ibid)

Hay que recordar que estas elecciones en Venezuela se llevaron adelante previo acuerdo con el imperialismo norteamericano en Qatar[10], estas negociaciones siguieron su curso y fueron retomadas incluso meses antes de las elecciones[11]. La única condición que el régimen no iba a aceptar es el resultado adverso, que fue lo que ocurrió.

Para la mayoría de la izquierda paraguaya la gente que salió a protestar masivamente a enfrentarse con la policía, donde se dieron más de veinte muertos, en un escenario de desesperación, miseria y mucha rabia es irrelevante como un fenómeno de hartazgo hacia el régimen. Para esta gente todo es producto de la ultraderecha dirigida por Corina Machado y Edmundo González con apoyo del imperialismo yanky, punto. Así de simplistas e irresponsables son las declaraciones del sector mayoritario de la izquierda en Paraguay.

No estamos ante un golpe de Estado como en el 2002, sino ante una disputa electoral donde está en discusión la vigencia de la transparencia de un derecho democrático como es el sufragio, más allá que sea en los marcos limitados de la democracia liberal.

En un régimen dictatorial como el de Maduro que controla todas las instituciones es claro que no se puede esperar transparencia alguna, el fraude se torna una necesidad para mantenerse aferrado como casta privilegiada y parasitaria y no resulta extraño que se apele al discurso absurdo de «patria o colonia» para disfrazar lo siniestro de la operatividad del régimen, más allá que ese discurso no tenga ningún significado hoy para la inmensa mayoría de la clase trabajadora venezolana.

El resultado del rito electoral burgués es siempre una expresión distorsionada del ánimo de las masas. La polarización política es el resultado de una sociedad quebrada por la miseria; pero hay sectores que subestiman el ánimo y el sentir de las masas que buscan abrirse camino ante la tragedia de sobrevivir en la barbarie.

La posición de la izquierda chavista latinoamericana es completamente funcional a la derecha, porque para las masas trabajadoras su enemigo concreto es la dictadura en el gobierno. En consecuencia, toda defensa directa o indirecta al régimen sólo alimenta el discurso de la derecha de que el problema es la dictadura «socialista» de Maduro, coadyuvando a que la alternativa no sea una salida independiente, borrando del horizonte cualquier salida revolucionaria, dejando que la derecha aproveche la coyuntura para montarse sobre la ola que irrumpen las calles en busca de mejores condiciones de vida, que claramente no vendrá de la mano de Edmundo González.

Esto no significa que la ultraderecha dirigida por Corina Machado y Edmundo González y apoyada por el imperialismo norteamericano nos resulte indiferente, al contrario. Claro que este sector es igual o peor que el actual régimen, claro que vienen para redoblar las medidas de saqueo que nunca dejaron de operar en Venezuela y claro que también hay que enfrentarlos, pero en las calles, tomando como centro de la actividad militante la lucha por la independencia política de la clase obrera, sin esa perspectiva todo resulta en el cálculo electoralistas vacío de demócratas liberales adaptados al funcionamiento de las instituciones burguesas y en este caso, aún peor, porque se traduce en el apoyo a una dictadura capitalista con fraseología antiimperialista.

En nuestro país el golpe que derrocó a la dictadura de Stroessner tuvo el apoyo del imperialismo norteamericano. Desde el gobierno de Jimmy Carter (1977) donde la política de Washington fue el de la llamada «reacción democrática» para desmontar las dictaduras y avanzar hacia regímenes democrático liberales. Esta política la materializó el propio embajador en nuestro país, Robert White que denunciaba las arbitrariedades y apoyaba las acciones de protesta contra la dictadura. Esta política prosiguió en la administración de Ronald Reagan (1981) y su embajador en el país, Clyde Taylor, quien mantuvo la política de crítica a la dictadura.

Nadie dudaría en señalar que el sector que planificó y ejecutó el golpe del 89 era un sector que se desprendió del propio régimen y hacía parte de la burguesía nacional que tuvo el apoyo político del imperialismo, sin embargo, ello no hubiera conllevado -creemos- el apoyo al régimen Stroessner por parte de la izquierda reformista en oposición al golpe porque existía detrás el apoyo político del imperialismo.

La existencia de esta confrontación de estos dos sectores reaccionarios no puede poner en la disyuntiva o ultra derecha o régimen dictatorial nacionalista, esta visión maniquea en donde se debe optar por el mal menor, por el verdugo menos hostil, no es la posición que adopta la izquierda marxista revolucionaria, sino la izquierda campista. Por ello, los luchadores honestos deben abrir los ojos y romper con estas organizaciones reformistas que transitan el juego del mal menor, juego que trajo en última instancia a los Bolsonaro, Milei y cía, tras la decepción que significaron para las masas los gobiernos nacionalistas y populistas de izquierda.

El PCP y su posición tardía de ruptura con Maduro

Lo del Partido Comunista Paraguayo (PCP) merece una nota aparte, de haber sido por décadas parte de la columna chavista, no hace mucho tiempo que rompieron filas y fundamentalmente por el ataque que recibió el Partido Comunistas Venezolano (PCV) por parte del régimen que suplanta el PCV por operadores mercenarios de otros partidos a partir de una política del gobierno y el PSUV.

Si bien es progresiva esta posición del PCP y la denuncia que realizan por las medidas antidemocráticas y de persecución del régimen contra las organizaciones de la clase trabajadora, lo hacen de manera tardía y sin ninguna autocrítica, sin honestidad política de reconocer que por años el trotskismo tuvo razón en la denuncia de lo que representaba el chavismo y todas las expresiones progresistas en Latinoamérica. Habría que ver si hubieran tenido la posición actual si el ataque no se hubiera dado contra el PCV, lo más probable es que hubieran mantenido la misma posición asumida hace unos años atrás. 

Pero además de tardía, la posición es incompleta, porque la ruptura se da sin denunciar que lo que ocurre en Venezuela tiene que ver con el carácter del propio régimen chavista, el cual no mutó sólo porque el individuo llamado Nicolás Maduro suplanta a Chávez tras su muerte en 2013.

La posición de nuestro partido hermano en Venezuela la Unidad Socialista de los Trabajadores (UST), de nuestra internacional la LIT-CI, y de nuestro partido sigue siendo la misma: La necesidad que toda la bronca en las calles producto del descalabro económico y social avance hacia una salida independiente para derrotar a la dictadura capitalista chavista, sin ninguna confianza y luchando con la misma fuerza contra el proyecto de la ultraderecha a la que habrá que derrotar para un futuro obrero, revolucionario y verdaderamente socialista.


[1] Chevron es la tercera compañía petrolera cotizada en bolsa más grande del mundo, de acuerdo con la lista Forbes 2000, con una producción global equivalente a unos 3 millones de barriles diarios durante el segundo trimestre de 2019

[2] https://elperiodicodelaenergia.com/venezuela-amplia-hasta-2050-periodo-establecido-operaciones-empresa-chevron/

[3]      https://lucesdelsiglo.com/2023/06/21/sanciona-eu-a-dos-lideres-de-estado-islamico-internacional/#:~:text=El%20secretario%20del%20Departamento%20de%20Estado%20de%20Estados,como%20ser%20responsables%20de%20su%20secuestro%20y%20esclavizaci%C3%B3n

[4] https://www.bbc.com/mundo/articles/cjw3v4217npo

[5] https://www.lapoliticaonline.com/paraguay/empresas-py/286253/

[6] https://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/horacio-cartes-firma-la-ley-que-legaliza-a-maduro-en-mercosur-1200593.html

[7] https://www.abc.com.py/politica/2024/04/30/con-acreditacion-de-embajador-pena-avala-el-autoritarismo-de-maduro/

[8] https://www.ultimahora.com/lo-que-dice-nakayama-de-la-cercania-de-la-casa-de-cartes-con-la-embajada-de-venezuela-en-asuncion 

[9]      https://litci.org/es/no-al-fraude-electoral-abajo-la-dictadura-de-maduro-todo-el-apoyo-a-las-movilizaciones/

[10]    https://elpais.com/internacional/2023-06-30/estados-unidos-y-venezuela-mantienen-una-reunion-secreta-en-qatar.html

[11]    https://elpais.com/america/2024-07-02/maduro-anuncia-que-retoma-las-conversaciones-con-estados-unidos-a-menos-de-un-mes-de-las-elecciones.html