La subida del precio de combustible genera cada vez más mayor impotencia, con esta se viene la escalada de los precios de la canasta básica familiar, la cual se hace cada vez más inaccesible a gran parte del pueblo trabajador.

La medida anunciada por el gobierno para solucionar este tema es un nuevo préstamo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) por cien millones de dólares para “estabilizar” el precio por al menos 3 meses, lo que no sólo resulta un parche insuficiente, sino que además sólo cubriría el diesel tipo III. Es decir, beneficiaría fundamentalmente a los empresarios parásitos del transporte púbico y a los ganaderos y sojeros que movilizan sus vehículos de gran porte con este tipo de combustible, mientras la población trabajadora seguiría lidiando con toda la carga pesada que supone el encarecimiento de los demás combustibles y la estampida de precios de la canasta.

El empresariado sigue subiendo el precio a pesar de que a nivel internacional desciende la cotización del petróleo. Además, estos burgueses ni siquiera rinden cuentas de cuándo adquirieron las últimas compras y las reservas que tienen. Debemos presionar por el abaratamiento del precio no sólo considerando el descenso del costo internacional, sino en el caso de Petropar debe bajar aún más, subsidiandolo con la reserva monetaria del BCP, que puede ser cubierta con una política fiscal progresiva apuntada al negocio agrogandero, los grandes industriales y a los parásitos y usureros del sistema financiero.

El encarecimiento de la vida y la precariedad en otros sectores

Por otra parte, la superación de la crisis sanitaria producto de la pandemia deja ver que los problemas estructurales del sistema de salud siguen latentes y ello se refleja en la pobre infraestructura hospitalaria en el sector público, la falta de medicamentos y una atención deficiente a consecuencia de la precariedad de las condiciones de trabajo.

La vuelta a clases también ha significado un problema enorme para miles de familias trabajadoras, pues el encarecimiento de útiles, uniformes y otras necesidades generan gran frustración en miles de niños y niñas e impotencia en los padres, que se ven sumergido en una crisis que no permite cubrir ya siquiera cuestiones elementales en sus hogares.

En este contexto la vida de la clase trabajadora se deteriora cada día más con salarios de miseria que se evaporan antes de llegar a fin de mes. Esta situación incluso afecta a sectores de la denominada clase media que en caravanas va a Clorinda a proveerse de combustible más barato y artículos de primera necesidad que por el desplome del peso argentino resultan mucho más accesible comparativamente a lo que aquí se ofrece.

La desorganización de la clase trabajadora

La gran mayoría de las y los trabajadores urbanos seguimos mayormente desorganizados, somos perseguidos si reclamamos o intentamos organizarnos. El movimiento en general sigue sin fuerzas suficientes para reaccionar a pesar de que razones sobran.

Esto no significa que no habrá nuevas movilizaciones, de hecho existen algunas iniciativas pero aún descoordinadas. Lo más seguro es que estas acciones vayan a tener un carácter espontáneo y sin posibilidad real de continuidad por el momento.

Los sectores de trabajadores sindicalizados de peso siguen en crisis

La mayoría de las centrales obreras son aparatos de burócratas al servicio de las patronales y el gobierno; sus dirigentes son en su mayoría operadores del principal partido de los patrones, la ANR. Entre estos sectores está también la dirigencia recientemente cooptada a través del prebendarismo.

Las bases de los principales sindicatos tampoco dan muestra de rebeldía ante los corruptos y traidores de sus dirigencia y siguen en el letargo sin que aún se avecine una sacudida que barra contra las direcciones traidoras.

La descomposición cada vez más marcada de la dirigencia de este sector resta posibilidades reales para arrastrar a otros sectores en un nuevo proceso de lucha con un programa de reivindicaciones de las más básicas y fundamentales.

Necesitamos salir a las calles

No es el panorama más alentador el que tenemos en frente. Las presiones y esperanzas que suponen las próximas elecciones arrastran por todas partes a la dirigencias y sus bases debido al bajísimo nivel político. Pero necesitamos hacer un esfuerzo y organizar acciones de protesta y mostrar una alternativa al conjunto de la clase para reorganizarse.

Desde el PT haremos todo el esfuerzo por organizar y acompañar las distintas luchas que se pongan en pie y consideramos que las principales reivindicaciones que deben ser levantadas son las siguientes:

¡Reajuste salarial de al menos el 35 % ya!

¡Abaratamiento del precio del combustible ya!

¡Efectivo control y tope de los precios de la canasta básica familiar y los combustibles!

¡Basta de subsidiar al empresariado del transporte público, expropiación sin indemnización ya!

¡Impuesto progresivo al negocio agroganadero, grandes industriales y a los parásitos del sistema financiero para cubrir las necesidades más elementales del pueblo!

¡Abajo el gobierno hambreador de Mario Abdo Benítez y toda la mafia de la ANR!