Por Toribio Alvarenga

Hace unas semanas corría la noticia de que la familia política de Mario Abdo hacía un viaje a Miami. En ese momento no quedaba claro si huían del país por miedo a un posible golpe de Estado o como una manera de encontrar calma en su difícil y estresante vida. La versión oficial fue que viajaron para tramitar el papeleo de unos “modestos departamentos” y “pequeñas cuentas bancarias” que administran en Estados Unidos.

Con el correr del tiempo se fue aclarando el objetivo de este viaje; las expresiones de  vanidad en las redes sociales ayudaron a unir los puntos sobre este secreto a voces: los ricos y poderosos del país están huyendo a Miami para vacunarse con las sobras de los yanquis.

El esquema es el siguiente: existen puestos de vacunación en el Estado de Florida que cuentan con vacunas sobrantes que no se usan en personas de los grupos de riesgo al final del día, estas vacunas son “cazadas” por gente con el suficiente tiempo y dinero que pueden esperar sin trabajar.

Obviamente, quienes cumplen las condiciones de tener tiempo y dinero en nuestro país son las mismas familias multimillonarias de siempre, vinculadas a los negociados con el sector públicos, al stronismo, al narcotráfico, al contrabando, etc.  Fotos en Instagram muestran los que los medios masivos de comunicación ocultan, familiares de Oscar Harrison y Sarah Cartes paseando en una “alegre” coincidencia por Miami.

Sumando 2+2 podemos entender por qué no llegan las vacunas a Paraguay. Nuestras vidas les importan un carajo, para ellos la salud pública no existe, no les interesa ni les va interesar, porque el dinero que nos roban cada día les compra una solución en algún lugar del planeta.

Esta noticias desnudan, mismo tiempo, el motivo por el cual países como EEUU compraron más vacunas que las que necesitan para vacunar a cada persona en su país, para venderlas al mejor postor, simple y claro.

A este ritmo, a mediados del año, todos los patrones y patronas del país van a estar tranquilos con sus vacunas compradas en Miami, mientras nosotros, la clase trabajadora, vamos a seguir viajando en colectivos repletos como si fuésemos vacas en camino al matadero. Depende de nosotros despertar, organizarnos y darnos cuenta que si no sacamos a los ricos y millonarios del poder político en nuestro país, vamos a seguir siendo utilizados como carne de cañón para sus vidas de Hollywood.