Los escándalos del Partido Movimiento al Socialismo (PMAS) y las rupturas que se dieron en distintos momentos tienen como elemento común su decadencia moral y política. La descomposición de su dirección le condujo a la política del vale todo, donde los hechos de corrupción no son tales si la finalidad es construir el “proyecto revolucionario”. “Revolucionario” entendido a su manera, por supuesto.

Hoy queda al descubierto lo que siempre se supo de este grupo de la “izquierda”: la forma en que operaban sus dirigentes para solventar su organización y sus campañas; desde el financiamiento a través de USAID para la Casa de la Juventud, pasando por las denuncias de las empresas fantasmas que creaban para participar en licitaciones amañadas, tráfico de influencia para adjudicar licitaciones a empresas que financiaron sus campañas, y las denuncias de coimas que cobraban a las empresas adjudicadas tanto en la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) o en la Municipalidad de Asunción, las denuncias de recaudaciones paralelas en la municipalidad, los lujos que se permitía su principal figura Camilo Soares con sus fastuosas casas, la “astucia política” para cerrar acuerdos como el famoso pacto azulgrana para dar gobernabilidad al expresidente Horacio Cartes, la denuncia del financiamiento de Cartes a la candidatura de Mario Ferreiro para las elecciones presidenciales (2013) y luego para la intendencia (2015), el voto a favor de la Ley de Responsabilidad Fiscal de Cartes en diputados (Rocío Casco y Karina Rodríguez), hasta la denuncia de Casco de la presión de Soares para que esta vote a favor de la enmienda que pretendía Cartes para su reelección, entre otras muchas perlitas que los mismos ex compañeros de negocios –hoy todos procesados-  se sacan al aire en diversos medios de prensa.

A los que se jactaban de jugar en la “cancha grande” de la política, ”no como la izquierda radical que solo critica”, a los que se creían los astutos de la maniobra para engatusar burgueses, a los que de relativizar la significancia de un programa político pasaron a desestimar su importancia, se les cobró un alto precio. En el PMAS no se produjo un quiebre entre un grupo sano de la dirección y otro descompuesto. El estercolero político en el que se convirtió el PMAS y sus rupturas principales, Avanza País y Juntos Podemos, fusionados hoy en el PRF, es parte de la crónica de una podredumbre anunciada y de conjunto.

¿Cómo se explica tanta decadencia en una organización de “izquierda”?

En realidad, esta situación de podredumbre no se reduce al grupo dirigente de esta organización -tiene un origen mucho más profundo y excede al propio PMAS y sus rupturas-, ella se inscribe en la lógica en la que operan las organizaciones socialdemócratas, reformistas, hoy bajo la etiqueta de “progresistas” que se autoasignan, una caracterización mucho más difusa y ambigua que el término ya relativo de “izquierda”.

Una cuestión es que no exista, ni pueda existir, una organización que de por sí esté inmune o exenta de poder arrastrar a sus filas a personas desleales a la lucha del pueblo trabajador, corruptas, o que se introduzcan y actúen con fines ajenos al programa de una organización política. Otra cuestión es cuando el propio programa partidario relega y desdibuja cuestiones básicas que hacen a los principios de un partido revolucionario de izquierda, como se preciaban los del PMAS.

En verdad, desde hace años para la socialdemocracia el programa histórico del movimiento obrero, el programa socialista, perdió vigencia y, en consecuencia, su desfiguración conllevó su adaptación vergonzosa al régimen burgués capitalista. Esto se expresa, concretamente, en el carácter de su programa, su metodología, sus objetivos políticos, el tipo de partido que construyen (régimen interno) en donde la independencia de clase, la forma de la lucha política, la autonomía y autarquía financiera, se basan en criterios extraños a una organización marxista.

Lo arriba expuesto se constituye en el centro del problema para quien quiera comprender a fondo el desbarranque de este tipo de organizaciones traidoras a los intereses de la clase trabajadora. Esto no significa que el derrotero del PMAS y ex PMAS sea igual para todas las organizaciones socialdemócratas. Existen distintos niveles de descomposición y de adaptación burguesa; al nivel que arribó el PMAS y Avanza País tiene condimentos más groseros por su profunda decadencia combinada con la torpeza y deslealtades entre los propios delincuentes que allí operan.

En síntesis, lo que ocurre con este grupo de la izquierda es la consecuencia del abandono a los más elementales principios de una organización revolucionaria y el transitar las mismas prácticas de organizaciones de derecha con un discurso de izquierda que busca justificar por el objetivo final de la causa de la organización, causa que ha sido pulverizada de antemano por su propia dirección.

Otros se ruborizan por la vergüenza ajena y no por la propia

En otras carpas “progresistas” algunos dirigentes hoy se rasgan las vestiduras declarando que avizoraban este destino para el PMAS, mientras en sus grupos y coaliciones hay fuertes sospechas que existen ilustres maletineros, preclaros coimeros y otros tipos de fundidos morales representantes de sus espacios políticos.

El senador Hugo Richer (Convergencia-FG) se manifestó sobre los últimos escándalos señalando: “Circulaban fuertes rumores, no teníamos manera de probar, y terminan ellos acusándose”, refiriéndose a la financiación de Cartes a la campaña municipal de Ferreiro, para luego decir que “Realmente me da mucha pena todo esto. Es la confirmación de que la corrupción no está solamente en los partidos tradicionales, hay que asumir”.

La declaración de Richer adolece de claridad y presenta el problema de manera genérica. En primer lugar atribuye peligrosamente el elemento corrupción como transversal a toda organización, sin mayores explicaciones.

Para la clase trabajadora no es lo mismo una organización de derecha mafiosa como el Partido Colorado cuya concepción y estructura está al servicio de la defensa de intereses de la burguesía, o, pero en un segundo plano, el Partido Liberal y otros partidos menores de derecha. Para los trabajadores no es extraño que los representantes de estas dos organizaciones tradicionales se organicen para delinquir y gobernar en contra de los intereses del pueblo. En cambio, es esperable que un hecho de corrupción e inmoralidad en la izquierda sea asumido de otra manera en la denuncia y el repudio, pues los hechos de corrupción con el dinero público o en la función pública son la consecuencia de un hecho de corrupción mayor: la funcionalidad y obsecuencia política que prestan los traidores a los grupos de derecha.

Pero la cuestión central que olvida Richer es que la lucha que debe dar la izquierda no es repetir el coro de la derecha, como una letanía, de que el problema es la falta de honestidad y ética en abstracto. Como si la solución de todos los males es solo la gestión honrada y eficaz en los marcos de la “legalidad” que nos imponen, y a partir de la cual nos privan de los más elementales derechos.

La lucha contra la corrupción, si no parte de una perspectiva de clase y en consecuencia si no plantea la lucha contra el sistema capitalista -que es un sistema corrupto basado en la explotación y la opresión- termina siendo una frase vacía para los intereses de la clase trabajadora a quien no le interesa si su patrón es un paradigma de la legalidad y honradez en los marcos de un sistema de explotación legal. Conseguir administradores honrados de este sistema corrupto es abogar por la colaboración de la continuidad de la apropiación “legal” que hacen los capitalistas del trabajo ajeno de millones de trabajadores.

Otra cuestión, como dijimos más arriba, es la imposibilidad de prevenir la incursión de arribistas y corruptos en cualquier organización, por más revolucionaria que esta sea. La diferencia estará en cómo se trata este problema moral a nivel interno. Por ejemplo, los hechos de embarazos a jóvenes, algunas menores, y el no reconocimiento de esos hijos por parte de Fernando Lugo, principal referente del Frente Guasu ¿cómo afrontó Richer y su organización esta situación para seguir postulando a un impresentable, como Lugo, como principal líder de su coalición socialdemócrata?

Pero vayamos a los hechos más recientes y así, de paso, se da por enterado el mencionado senador de algunas contradicciones. El precandidato a disputar la intendencia del Municipio de Asunción por el Frente Guasu, el senador Jorge Querey, cuenta con el apoyo de los dirigentes del PMAS y ex PMAS, denunciados por recibir financiamiento de Cartes y otros negociados paralelos, ¿Cómo toma esta situación Richer y su partido? ¿Aceptan a estos referentes cuestionados como parte de la estructura política que impulsa dicha precandidatura?

El gran daño

La contracara de que nefastos que manchan a la izquierda mueran políticamente conlleva un perjuicio muy grande para sus bases, y para el conjunto, de manera indirecta. El enorme daño que Camilo Soares, Rocío Casco y el resto del primer anillo del inicial PMAS han generado, tendrá repercusiones aun en el tiempo. Por un lado, el daño se inflige a las camadas jóvenes que se acercaron a un partido que fue vigoroso en su momento por el entusiasmo que generó en miles que creyeron que dicha espacio político era una alternativa válida para apostar y dar sus mejores esfuerzos por construir y fortalecer.

La chispa que despertó en sus inicios a miles de jóvenes con su atractiva campaña “Que viajen ellos” -allá por el 2007/2008- fue tirada a la basura a través de una política oportunista y rastrera que ya precedía a tal campaña, dejando por el suelo todo atisbo de decencia mínima en la conducción de una organización.

Sus etapas de decadencia se remontan a sus inicios con el financiamiento de la USAID, luego su alianza con el luguismo para después divorciarse de él; todos estos procesos lo llevaron de crisis en crisis a distintos desprendimientos para luego producirse la gran explosión interna que desembocó en el pase de facturas entre los delincuentes, ya desde veredas distintas.

Las bases, sobre todo la juventud, quedaron quebradas, profundamente desmoralizadas tras la experiencia en esta organización. Muchos que ya salieron antes y otros que se alejan ahora afrontan un trauma que les lleva a repeler la posibilidad de volver a apostar por involucrarse a construir una organización política.

Por otra parte, el daño se extiende al conjunto de la izquierda, pues, para la mayoría de la clase trabajadora, con los antecedentes de la historia del PMAS y su principal ruptura, la conclusión a que hoy se arriba es que los partidos tradicionales y la izquierda son igual de corruptos. Con todo el estigma que carga la izquierda en la historia de nuestro país, producto del stronismo, se suma, lastimosamente, la desconfianza renovada a partir de estos hechos. Esto a su vez da pie a que los trabajadores busquen alternativas en los outsiders de la política, en donde el menú es más de lo mismo, algunas veces hasta es peor.

¿Cómo responde un partido de izquierda revolucionario?

El programa político, los principios cardinales sobre los que se sostiene, el régimen y métodos partidarios vivos, son claves para alertar desvíos, donde, desde las bases y cuadros medios hasta la dirección actúan para eliminar a elementos pocos valiosos o descompuestos.

La depuración de gente fundida en las organizaciones revolucionarias parte de la adopción de un programa y una praxis fiel a los lineamientos del marxismo consecuente; aquellos adoptados por Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, entre otros colosales revolucionarios.

Un llamado a la juventud y a la clase trabajadora

Desde hace mucho tiempo nos diferenciamos de manera pública del reformismo (del cual el PMAS forma parte), y de manera particular hemos denunciado a este grupo, justamente por sus manejos poco claros y sus formas de financiamiento desde sus inicios a través de agencias imperialistas, como USAID, a quienes creían podían utilizar sin consecuencias. La caracterización que teníamos de este partido (ya a partir de los hechos anteriores a este último escándalo) solo confirma en toda la línea las diferencias enormes que teníamos y tenemos con esos métodos.

En el PT sabemos que es nuestra coherencia en la lucha lo que mantiene viva a nuestra organización, a pesar de nuestras modestas pero combativas fuerzas, y queremos discutir con la juventud y la clase trabajadora en general cuál es el programa que nos identifica, cuáles son nuestros principios y métodos y porqué creemos que ellos son los que nos permitirán un verdadero cambio estructural de nuestra sociedad al servicio de pueblo.