Mario Abdo Benítez asumió el gobierno en un contexto complejo y en el que varios analistas evaluaban como posición de debilidad relativa, principalmente, del cartismo arraigado.
Por PT-Paraguay
En el afán de gobernabilidad realizó gestos políticos para mostrarse “de la gente”. Atacó duramente al cartismo y su núcleo a través de montarse en los escraches y el “ataque a la corrupción” y por ese camino, dio vía libre a sus diputados y senadores para que políticos intocables y poderosos vayan a la cárcel. Al menos hasta ahora. Consolidó, también, su relación con el imperialismo con ataques al narcotráfico y al crimen organizado ligado al PCC, principalmente.
Pasado el peor momento y con una mayor claridad sobre la dinámica favorable en la pulseada con sus adversarios, el gobierno dejó ver las uñas. Ya no necesita su teatro de gestos (falsos) con y para la gente, y por lo tanto, lo deja abandonado. Mejor posicionado políticamente y con el cartismo ubicado luego de la tanda de golpes sufridos, el gobierno arrecia a cara descubierta con ataques reaccionarios contra el pueblo trabajador.
El gobierno se llena de actos reaccionarios y arrecia en su ataque
Con más confianza, Mario Abdo cajoneó su careta y ostenta hoy su rostro reaccionario, conservador y continuista del cartismo económico.
- Los violentos desalojos de familias sin vivienda en Luque y otras ciudades;
- Los rabiosos ataques a los derechos de las mujeres, a la Educación Integral Sexual así como a los derechos de las minorías desde el Ministerio de Educación y Ciencias, mientras respaldan y financian a las organizaciones autodenominadas provida que en realidad son promuerte;
- El anuncio a través de Benigno López de que no piensan aumentar el impuesto a los ricos y grandes propietarios en el “paraíso fiscal” que es el país para dicha clase social, pero que sí seguirá esquilando a los asalariados y al pueblo pobre;
- La ralentización total de la persecución inicial a los casos de flagrante corrupción; ahora todo apunta a un “arreglo general”;
- Las numerosas denuncias de corrupción en el gobierno y de los casos de contratación directa que benefician a la empresa de la esposa del presidente Abdo Benítez, Silvana López Moreira;
- El recibimiento del facineroso José Ortiz, lugarteniente del expresidente Horacio Cartes, en el Palacio de Gobierno, para cerrar, supuestamente, el negocio de una cementera, y con la aprobación de toda la burguesía porque se necesita de la “pacificación” para “impulsar la inversión”.
Todos son hechos relevantes que pintan de cuerpo entero el perfil actual del gobierno de Abdo Benítez.
Es necesario confrontar con el gobierno colorado de Abdo Benítez y su continuismo económico cartista. Es perentorio para el pueblo trabajador forzar la continuidad del leve clima menos opresivo que consiguió con la resistencia y las movilizaciones.
Entre marzo y mayo hay que forjar la unidad para luchar
Estamos en un momento en el que se precisa apertura, unidad y audacia por parte de las organizaciones del campo popular y de la dirigencias respectivas para generar unidades de acción y movilizaciones de gran envergadura. Estamos en un momento en el que los vientos aún pueden ser aprovechados para relanzar con coraje acciones conjuntas.
En este sentido, la movilización de las mujeres del 8 de marzo resulta inspiradora por la articulación lograda y la masividad. Hay que replicar esa onda en otra escala y con agendas comunes acordadas.
Hay movilizaciones en curso durante marzo a las que se les debe dar resonancia y debemos hacer que sigan las acciones y desembocar en una masiva y articulada movilización del 1° de Mayo.
Hay que parar la onda reaccionaria del gobierno colorado de Mario Abdo Benítez. Y al calor de las acciones es urgente construir y fortalecer las organizaciones de la clase. Desde el PT reafirmamos nuestra militancia en esta línea e invitamos a potenciarla como alternativa política de la clase trabajadora.