Este lunes se concretó la nueva tarifa de Itaipú para el año 2023, la primera renegociación desde la vuelta de Lula al poder. La misma contempla una reducción del precio de la energía hasta 16,71 dólares kilowatt/mes y aunque este descenso podría parecer positivo para Paraguay, en realidad está muy lejos de serlo.

              El  gobierno del PT brasilero se presenta como ideológicamente opuesto al anterior gobierno de Bolsonaro, pero analizando las exigencias que presentó cada uno en las respectivas negociaciones vemos una coincidencia en la constante exigencia de reducción del precio de la tarifa eléctrica; orientación que los iguala respecto a la política de opresión nacional que ejerce el Brasil en su carácter sub imperialista en perjuicio de Paraguay.

              Todas las operaciones que realizan ambos gobiernos sobre la hidroeléctrica están enmarcadas dentro del tratado de Itaipú y este prevé que Brasil y Paraguay tienen derecho al 50 % de la energía generad cada uno, pero establece que si una de las partes no utiliza toda su parte de la energía que le corresponde, la otra parte tiene el derecho de adquirir, es decir, comprar el excedente al otro socio a precios preferenciales.

              Hoy en día Paraguay solo utiliza en alrededor del 20% de la energía producida frente al 80% que utiliza Brasil, por lo tanto, la mayor parte de la energía que nos corresponde es cedida a Brasil, y es aquí donde encontramos la trampa. Brasil consigue de esta forma energía eléctrica a menos de la mitad del precio de mercado, perjudicando el posible ingreso que esto podría significar para Paraguay.

              Lo malo en sí no es que baje la tarifa, sino que baje sin poder ejercer nuestra soberanía energética y que perdemos la oportunidad de solicitar por ejemplo una mayor compensación por la cesión de energía paraguaya a Brasil. Cuando el costo de la tarifa bajó de 22,6 a 20,75 dólares kilowatt/mes, a inicios de agosto del 2022, Brasil se benefició con una reducción de 230.000.000 de dólares y Paraguay solo con 40.000.000 dólares.

              Con este nuevo acuerdo el perjuicio para Paraguay seria aún mayor con un ahorro de 486.000.000 usd para el Brasil y solo 105.000.000 usd para el Paraguay. Lo cual pretende ser compensado con un aumento de los gastos socioambientales para ambas partes, lo cual solo alcanza mínimamente para encarar las obras de infraestructura eléctrica previstas en el plan maestro de la ANDE y no así para una mejora en la tarifa de energía eléctrica de las familias trabajadoras.

              Mientras los sucesivos gobiernos brasileros, ya sean de derecha neoliberal como el de Bolsonaro o el reformista capitalista como Lula sigan presionando con todo su poderío para pagar la menor cantidad posible, las posibilidades de aprovechar nuestra parte para nuestro desarrollo son cada vez más escazas.

              El próximo gobierno paraguayo debe asumir el compromiso de contratar la totalidad de la parte que nos corresponde, es decir el 50% de la potencia y energía de Itaipú y exportar a precios justos la parte que no usemos localmente, ya sea al mercado brasileño o a terceros países.              

Todos los simpatizantes con el proyecto de Lula y el PT brasilero tendrían que comenzar a exigir una política consecuente con los ideales de izquierda, no pueden ignorar el carácter colonialista de las relaciones entre Brasil y Paraguay, tampoco pueden seguir ignorando el contexto completamente desfavorable para nuestra nación en el cual se firmó el tratado de Itaipú y deben admitir que los principales beneficiarios terminan siendo los grandes capitalistas instalados en Brasil, consiguiendo por migajas nuestra energía, ignorando por completo a la clase trabajadora paraguaya.

Por otra parte, no solamente cambiando el signo de gobierno que conseguiremos ejercer nuestra soberanía energética, sino organizandonos para luchar en las calles movilizados por el respeto y la defensa de nuestros derechos y de nuestra soberanía energética