El escándalo de las filtraciones del teléfono del ex Diputado Eulalio Gómez (alias Lalo) no ha dejado títere con cabeza en la estructura mafiosa del Partido Colorado. Sin embargo, las figuras más resaltantes hasta el momento están en la facción más siniestra de la ANR, el cartismo.
De los chats filtrados se desprende que los tentáculos de la mafia se extendían incluso a relaciones con elementos de la oposición, como con el ex PDP Arnaldo Giuzzio (Ministro del Interior del gobierno de Mario Abdo Benítez) y con Euclides Acevedo entonces Ministro del gobierno de Abdo y candidato presidencial de un sector del Luguismo en las últimas elecciones, lo que demuestra el nivel de penetración e influencia de capos mafiosos en el desenvolvimiento del propio Estado capitalista, independientemente de qué sector esté al frente del gobierno.
Los hechos que han salido a la luz deben impulsarnos a reflexionar más allá del relato superficial de los medios de comunicación y sus voceros que transmiten los intereses de los sectores del capital en disputa.
Es un hecho la degradación total de las instituciones judiciales, las cuales están corrompidas hace bastante, como también es un hecho que esta cooptación de la justicia se potenció con la aplanadora cartista y por el propio peso del narcotráfico y su ligazón histórica con los partidos burgueses, principalmente la ANR.
Esta descripción del fenómeno encuentra su explicación en el vínculo histórico de la mafia con el desarrollo del propio capital, entonces, de lo que se trata es de entender el origen de este vínculo y su desenvolvimiento. El desarrollo de los grandes sectores del capital en nuestro país – especialmente desde la dictadura en adelante- está estrechamente ligados con el crimen organizado, el lavado de dinero y la corrupción.
La debilidad institucional histórica de nuestro país con la arremetida del narcotráfico en el último periodo generó una decadencia mucho más pronunciada y, en consecuencia, se expresa también una mayor degradación de las relaciones socioeconómicas. Basta pensar en el peso que tiene el narcotráfico en nuestro país, donde la economía denominada subterránea cumple un papel fundamental para irrigar diversos sectores que dependen del dinero sucio.
En este escenario, era vox populi que Lalo Gómez, como muchos otros referentes del Partido Colorado, hacen parte del crimen organizado. La particularidad del momento en que vivimos es que la ligazón del narcotráfico y las instituciones estatales se dan hoy sin mediaciones, es decir, los propios narcos ocupan curules en el Congreso Nacional.
El avance de la ultra derecha a nivel mundial con la acentuación del narcotráfico en las semicolonias
El modelo de gobierno cartista se inserta en el marco del ascenso internacional de avanzada de la ultra derecha, aunque tenga particularidades propias. En ese sentido, el cartismo además de su carácter autoritario, conservador y neoliberal se añade su vinculación umbilical con la mafia. En ese marco, Santiago Peña es apenas el gerente de su patrón Horacio Cartes y toda su estructura criminal que va desde sus legisladores hasta sus periodistas a sueldo.
El salto cualitativo que dio el crimen organizado en distintos países hace parte de la descomposición, aunque desigual, de la propia economía mundial en el marco de la polarización de los sectores del capital y que se expresa de manera más nítida en los países periféricos o semicoloniales como el nuestro.
El imperialismo yanqui, con Trump a la cabeza, es el más representativo de los gobiernos reaccionarios a nivel mundial y sin dudas Milei a nivel regional, pero más allá de los matices que tengan los gobiernos de país en país lo que caracterizan a estos modelos son la mutación del régimen democrático-liberal para avanzar hacia un modelo de regimentación social más duro, donde las reformas económicas profundizan la precarización de la vida de la clase trabajadora permitiendo el pillaje del capital trasnacional y la consecuente expoliación de los recursos. En un país como el nuestro el peso del narcotráfico en todas sus escalas corroe no sólo las instituciones, sino todo el tejido social.
El narcotráfico goza de buena salud
Las bandas de narcotraficantes están principalmente conformadas por extensiones de grupos transfronterizos como el Primer Comando de la Capital (PCC) y el Comando Vermelho, pero también, desde hace bastantes años, existen organizaciones criminales muy poderosas a nivel nacional como el Clan Rotela y el Clan Díaz, este último opera en el Departamento de Canindeyú. Este tipo de grupos se disputan rutas, mercado y dominios de zonas y estructuras claves para operar.
Las organizaciones de narcos operan en la más absoluta impunidad no sólo en las llamadas zonas liberadas, sino también desde prácticamente todas las cárceles del país, tienen sus ligazones con la policía, militares y sobre todo con actores políticos colorados involucrados en los negocios criminales directa o indirectamente, quienes prestan la cobertura necesaria para los negocios criminales y los blindan ante la justicia.
Existe una cantidad de investigaciones que dan cuenta del volumen de dinero que mueve la economía ilegal, la implantación de estas organizaciones en el propio Estado, el rol determinante que cumplen estas mafias en determinadas zonas del país, así como la impunidad que gozan gracias a sus vínculos con el poder político burgués.
Un Estado inficionado por la mafia
Las ligazones de los grupos mafiosos y los partidos políticos tienen larga data, siendo el Partido Colorado el principal antro de estas organizaciones. Esta relación Narcotráfico-ANR se remonta desde la Dictadura de Stroessner y ha atravesado sin pausa y a un ritmo acelerado durante toda la llamada transición democrática, al punto que desde el Gral. Andrés Rodríguez a Santiago Peña no ha existido un solo periodo donde no se haya vinculado a referentes de esta organización política con el narcotráfico, contrabando, lavado de dinero y otros negocios criminales.
El financiamiento de los partidos burgueses o patronales siempre ha tenido como origen el financiamiento producto no sólo de lo que le reporta la explotación laboral legalizada y los negociados a través del propio aparato estatal, sino también aquella proveniente de las actividades criminales.
La reproducción de este modelo de funcionamiento ha generado toda una cultura en la que se apaña o consiente la inserción de estas estructuras mafiosas ligadas al aparato de los partidos tradicionales, al punto que, de estas organizaciones criminales depende el funcionamiento de todo un circuito de la economía denominada paralela o subterránea.
La ANR la principal organización mafiosa, pero no la única
Sin duda alguna Horacio Cartes es el principal referente de la mafia en el país, pero no solo el cartismo está vinculado a las organizaciones criminales, también la oposición tiene insignes representantes del narcotráfico, basta recordar que Lalo Gómez ingresó a la Cámara de Diputados como parte del sector de Mario Abdo Benítez, habiendo financiado la candidatura de éste en su momento. En una escala menor, también se hallan vinculados una cantidad para nada insignificante de representantes del PLRA en distintos puntos del país.
No hay duda que es el Partido Colorado la principal estructura política que ha permitido la expansión, consolidación y tutelaje de todo tipo de actividad criminal a través de sus principales círculos de poder para luego blanquear el dinero ilegal y presentar a sus representantes como “exitosos empresarios” con la complacencia mediática que opera bajo el pulgar de éstos.
El límite del análisis de la izquierda reformista
Por otra parte, los sectores reformistas tienen como horizonte máximo la recuperación institucional de la democracia liberal a través del fortalecimiento de la justicia, mayor inversión en investigación y la promoción de hombres y mujeres probos en las instituciones.
Estos sectores se desentienden de señalar que el propio modelo capitalista prohíja el fenómeno que corroe todo a su paso. Lo más grave es que con este canto de sirena buscan embellecer la democracia liberal ocultando y legitimando la estafa que representa el propio modelo que tiene como característica la apropiación del trabajo ajeno en el marco de un sistema en el que se lucra a partir de la explotación, la especulación, la usura, y el pillaje.
Para los revolucionarios las banderas democráticas están al servicio de la movilización de la clase trabajadora, pero sin colocar la falsa expectativa que los alcances de estas reivindicaciones puedan llevar a cabo ningún sector que defienda el sistema capitalista.
Por ello es necesario el fortalecimiento de las organizaciones del pueblo trabajador, una lucha ideológica firme e implacable para avanzar hacia la independencia política de la clase obrera en la disputa por el poder político para hacer carne las reivindicaciones más sentidas de nuestro pueblo sin la necesidad de los parásitos dueños del capital. Sólo combatiendo al sistema capitalista se puede acabar con la mafia que de éste sistema deriva.
¡Destitución inmediata de todos los actores políticos de este gobierno ligados al narcotráfico!
¡Salgamos a las calles a tumbar al cartismo!
¡Abajo la mafiosa ANR!
¡Todas las instituciones están podridas, necesitamos un gobierno obrero, campesino y polular para salvar al país!