La policía y su rol en la lucha de clases
Es bien conocida la relación hostil que la izquierda históricamente tiene con la policía, pero gran parte de la clase trabajadora ve como necesaria esta institución a pesar de los reparos que tenga por los múltiples antecedentes de actuaciones arbitrarias.
Esto se debe a que la clase trabajadora es la principal víctima de los delitos comunes, ya que es la que se desplaza por caminos vulnerables, la que vive en lugares peligrosos y la utiliza el transporte público. Por lo que es natural su aversión a las personas que perpetran estos actos, incluso si su situación es aún más vulnerable.
En este contexto la policía aparece como la obvia respuesta salvadora de la integridad comunitaria, y sobre esto se justifica la derecha para promover sus políticas de financiación a las fuerzas represivas.
¿Pero funciona realmente esta institución?
Sí, pero no para ese propósito. La policía es primero que nada una institución creada para proteger a la propiedad privada y para proteger los intereses de los grandes empresarios capitalistas.
Para darse cuenta de esto es solo necesario mirar la velocidad de respuesta que da la policía según el interés protegido.
Todos fuimos testigos de una cantidad inmensa de desalojos «express», muchas veces sin respetar garantías procesales o bajo títulos de dudosa procedencia contra pueblos indígenas y comunidades campesinas sin tierra en las últimas décadas. Para estos casos la policía responde con suma eficiencia.
Pero cuando se trata de casos como el de los «ocupantes VIP» asociados a la burguesía y su burocracia política, la policía no sólo no aparece, sino que es sorprendentemente mansa y respetuosa de las garantías procesales.
Asimismo, cuando existe una lucha legítima, incluso contra una probable violación de la constitución nacional (como fue el caso de la enmienda ilegal de 2017 durante el gobierno de Cartes o la última en defensa de los fondos jubilatorios), la policía aparece sin falta para enfrentar a los manifestantes y proteger a la burguesía, incluso si ésta atenta contra sus propias instituciones.
¿Quiere esto decir que la policía no hace nada de provecho y todos los policías son malas personas?
No, cuando los comunistas criticamos a la policía lo hacemos como institución en su rol de organismo represor al servicio de la burguesía. No hablamos de la calidad como persona de ningún agente en específico.
La policía realiza labores útiles y hasta necesarias en los límites del régimen democrático liberal, incluso (aunque rara vez) resuelve casos de delitos perpetrados contra la clase trabajadora. Pero, esto es una labor secundaria de la institución, la cual se cumple a duras penas para llenar un vacío que no es ni parcialmente satisfecho por su incompetencia y desinterés. Por eso las comisiones vecinales suplen gran parte del rol que la policía debería cumplir.
También existe una opresión constante hacia los agentes policiales de bajo rango por parte de sus superiores y el manejo de la institución es completamente verticalista por naturaleza.
Por eso los comunistas no buscamos la abolición inmediata de la policía en el contexto prerrevolucionario, pero si remarcamos que hace parte de la defensa de los enemigos de clase que debe ser combatido como tal. Por ello es tan importante quebrar el orden jerárquico, desmoralizando y debilitando a la baja oficialidad que puede conectar de manera más inmediata el sufrimiento de la clase trabajadora de la cual forma parte su propio entorno y así romper filas y pasar a las trincheras de la clase obrera en situaciones revolucionarias.
Nuestro objetivo a mediano plazo y nuestra propuesta es el reemplazo de esta institución por una compuesta por gente proveniente de la clase trabajadora adiestrados por ex agentes de bajo rango que simpaticen y adhieran a la causa. Esta institución se manejaría de manera localizada y con sus miembros elegidos democráticamente.
Lo cual sólo puede llevarse a cabo de la mano de la clase trabajadora organizada bajo la dirección de una vanguardia revolucionaria.