Rodrigo Gómez de la Fuente (Secretario General Adjunto de SITRANDE).

Historia

A mediados de 1999, a iniciativa de la dirigencia de SITRANDE se constituyó el Frente Sindical y Social (FSS) como una alternativa de articulación social con el fin de organizar los sectores sociales que en ese momento se encontraban huérfanos de una genuina representación popular debido a la crisis de las centrales sindicales. Se constituyeron en esta plenaria sindicatos del sector público, organizaciones barriales, comisiones vecinales, grupos de estudiantes, organizaciones de izquierda, profesionales, organizaciones de mujeres, etc.

Para ese entonces, la CUT (Central Unitaria de Trabajadores) estaba desarticulada a raíz de graves denuncias de corrupción, siendo su presidente Alan Flores y el tesorero Ronald Orrego, condenados a prisión. Por su parte, la CNT se encontraba dividida y con casi nulo poder de convocatoria. Las demás Centrales ya no representaban los reclamos e inquietudes sociales. También en el sector campesino aumentaba la tensión y los problemas debido a la falta de cumplimiento por parte del gobierno de los acuerdos firmados para la reforma agraria.

A medida que las Centrales fueron desapareciendo del espacio de la discusión política, el proceso de privatización de las empresas públicas tomo nuevo impulso, llevando prácticamente a la venta de Antelco (hoy Copaco), Corposana (hoy Essap), y la Cementera INC.

Con el fin de contrarrestar este proceso de enajenación de las empresas públicas, en junio de 1999 el FSS convoca a una marcha contra las privatizaciones hasta el Parlamento. Se desata una feroz represión contra los manifestantes injustificada desde toda óptica. A partir de ese momento,  muchos trabajadores tomaron conciencia de que los neoliberales no se detendrían, y el hecho de que muchos de los manifestantes eran conocidos correligionarios, no les inmutaba a sus líderes político partidarios.

Esto despertó a muchos empleados de la ilusión de que sus líderes de las seccionales o comités apoyarían la causa de los funcionarios públicos y solucionarían el problema. De allí en más, otra fue la actitud del referente sindical y social. Se intensificaron las movilizaciones y se llevaron a cabo numerosas reuniones y mitines con sindicatos, organizaciones sociales y campesinas.

El 13 de enero de 2000, se convocó un Congreso Popular que reunió a más de 2.000 delegados de todo el país, emulando al “Congreso de los 1.000” convocado en 1816 por el Dr. Rodríguez de Francia. Participaron del Congreso organizaciones sindicales, sociales y campesinas.

Luego de un debate de dos días, se marchó hasta el Palacio de López donde se entregó un petitorio al presidente González Machi en medio de una gran tensión. Abundaron las promesas de replantear la política social de parte de las autoridades, y se fijó un plazo de 3 meses para ver los resultados.

Pero nada cambió. Las promesas de fortalecer las empresas públicas fueron olvidadas y los fondos para el desarrollo campesino no aparecían. Se decidió entonces la organización de una huelga general indefinida desde el 1º de diciembre, en un ambiente cargado de denuncias de supuesta conspiración para derribar al gobierno.

Las organizaciones campesinas adheridas, convergían hacia Asunción en una acción conjunta. Amenazas, agresiones, ataques de paramilitares, sobornos, formaban parte de la respuesta del gobierno a los reclamos populares. Pero todo esto fortaleció aún más la efervescencia popular, la huelga era inminente.

24 horas antes del inicio de la Huelga, el gobierno aceptó las propuestas de la Plenaria Popular, desarticulando de esta manera la huelga. Si bien nadie confiaba en las promesas del gobierno, se aceptó firmar un nuevo acuerdo. Toda esta farsa culminaría meses después con la huelga de SITRANDE del año 2000.

Fuente: “SITRANDE, 20 AÑOS DE LUCHA HACIENDO HISTORIA”– Compilación de Jorge Coronel Prosman.

El FSS en la actualidad

Luego de más de quince años de inactividad, producto de la dejadez y el desánimo de una dirigencia cansada y con varios años de lucha en las espaldas, ante la problemática de la seguridad social, especialmente en el IPS, el FSS vuelve a tomar fuerza y vigor a iniciativa de la joven dirigencia. Se reactiva así el FSS buscando reanimar, redinamizar y recuperar la capacidad de acción del movimiento sindical de la mano de los movimientos sociales, campesinos y populares en torno a un programa de lucha. Proponiendo un espacio de unidad de acción y enarbolando los principios del sindicalismo clasista.

Actualmente, el FSS se encuentra abocado a celebrar un Congreso Nacional de trabajadores, campesinos y organizaciones sociales que apruebe un plan de lucha y acciones para la defensa del patrimonio del pueblo, nuestros derechos y mayores conquistas.

Desafíos

Las experiencias de las organizaciones sindicales, campesinas y sociales durante las décadas de los “80” y “90”, nos enseñaron que la unidad de acción no solo es necesaria en el ámbito nacional, sino que debe ser regional e internacional. Es decir, unificar la acción en el escenario regional e internacional, actuando en un mismo momento al unísono y en una sola y única fuerza con los mismos objetivos.

A pesar de los golpes sufridos luego de la huelga de SITRANDE en el 2000, la lucha de las organizaciones de trabajadores continuó manteniendo la llama de la idea de la construcción de una herramienta clasista e internacional de trabajadores.

Hoy, el sindicalismo se encuentra atomizado y desorganizado con casi nula influencia sobre las políticas del Estado y las grandes decisiones nacionales. Por eso, a la par de reorganizarnos en nuestros sectores, es imperiosa la necesidad de romper con el atomismo y el cerco de represión, criminalización y ataques al movimiento de trabajadores.

No basta con defender los derechos e intereses de los trabajadores encerrados en nuestras empresas. Nuestra tarea actual debe ser la de abrirnos a todos los sectores sociales y populares en busca del progreso y el desarrollo del país.

Es urgente que los nuevos dirigentes sindicales no contaminados, en articulación con las organizaciones sociales, barriales y campesinas, postulen nuevas alternativas para impulsar la lucha y canalizar acciones conjuntas sobre puntos reivindicativos compartidos. Así como generar la credibilidad y solidaridad activa del pueblo trabajador.

Hay que recordar que a comienzos de los años “90”, la CUT (única central de trabajadores) encabezó un ranking de entidades con mayor credibilidad de todo el pueblo. Nada de eso quedó por directa responsabilidad de la degeneración burocrática y entreguistas de la dirigencia sindical.

Esa confianza y credibilidad que está germinando en las bases de algunas organizaciones sindicales y sociales por parte de la nueva dirigencia, es aún incipiente y de cobertura limitada. Para lograr aumentarlas, es necesario de parte de los jóvenes dirigentes una conducta firme de compromiso genuino con la clase obrera, con sus intereses coyunturales e históricos.

Necesitamos una dirigencia honesta, transparente y clasista, que confronte con valentía a las patronales y que erradique de la práctica sindical toda colusión con los gobiernos de cualquier color. Que haga de la lucha abierta su modo de acción socio política, y que abandone las mentirosas e inservibles mesas de diálogos que no sirven para nada a los intereses de los trabajadores, solo para los empresarios y los gobiernos de turno.

Debemos hacer historia y construir una nueva dirigencia forjada fragor de las luchas cotidianas del pueblo, haciendo honor a la memoria de los miles de trabajadores que lucharon por la emancipación de nuestra clase y por la transformación hacia un modelo superador de sociedad.

Ante los atropellos a la Constitución Nacional y las instituciones democráticas que se vienen realizando sistemáticamente en Paraguay, llama a reconsiderar para que los sindicatos y organizaciones sociales seamos nuevamente los baluartes y custodios de las conquistas democráticas en nuestro país.

En este sentido, el FSS se reactiva de la mano de la joven dirigencia con el fin de constituirse en una herramienta unitaria de reorganización de la clase trabajadora en todos los sectores de la sociedad.