Ostentando sobradoramente su poder, Cartes y su movimiento político interpartidario está dando otro zarpazo al régimen político con la convocatoria a una sesión extraordinaria -prevista para el 14 febrero- para concretar lo que a estas alturas es una segura expulsión de la senadora Kattya González del Senado.
Estamos ante una maniobra artera e ilegal porque inflan errores políticos hasta convertirlos artificialmente en causales de expulsión. Le dan un ropaje legal a una muestra más de prepotencia y soberbia totalitaria.
Kattya González es una opositora política al cartismo de centroderecha, pero que se ha venido confrontando estruendosamente a los lacayos y satélites cartistas en el parlamento. Desde ya decimos que no comulgamos política ni ideológicamente con la senadora y su partido. Sin embargo, defendemos su derecho a ejercer la oposición política en los marcos del régimen político democrático burgués.
La segura expulsión no es sino otro episodio más en el proceso ininterrumpido de avasallamiento antidemocrático y copamiento que Cartes y su larga cohorte de criminales, evasores, narcos, parásitos-vividores de todos los pelajes del Estado y sus insituciones que llevan adelante para instalar un régimen político autoritario y a la medida de los intereses de estos mafiosos.
Estamos ante un plan en curso y con avances sin pausa en el control totalitario de la mano de lo peor de la burguesía, acompañados por varios otros sectores políticos no sólo del partido colorado que están comprados y sometidos. Esta degradación política conduce al socavamiento y retaceo de derechos y garantías básicas para el pueblo trabajador.
Es de esperar que la enmienda constitucional para abrir mano a la reelección esté en la agenda a corto plazo. Ya el cartismo lo promovió en sucesivas veces, la última, de la mano con el luguismo y toda la izquierda aguada que integraba el Frente Guasu.
A Cartes y a sus secuaces les resbala atropellar y avasallar a la vista de todos, con sorna y burla, a sabiendas de su mayoría política creciente. Los modos democrático-burgueses o del respeto a la democracia republicana burguesa son barajados en función de los intereses de la rosca mafiosa. El pueblo trabajador tiene que entender que enfrentamos un peligro mortal que, si no es debilitado o derrotado, pagará las consecuencias con abusos, persecuciones, represiones de todo tipo, y se verá imposibilitado de pelear por otras necesidades sociales y económicas cada vez más acuciantes.
La unidad contra los atropellos del cartismo y para intentar cerrar el paso al totalitarismo mafioso, es imperiosa. Sin ser furgones de cola de ningún sector de la oposición política de la derecha, hay que salir a pelear sin cuartel contra la aplanadora cartista y por la vigencia de libertades reales y garantías políticas para el movimiento del pueblo trabajador y sus intereses coyunturales y estructurales.
¡Abajo la mafia cartista y sus atropellos a las insituciones!
¡Por la vigencia irrestricta de los derechos políticos democráticos!
¡Todos frente al Congreso para frenar esta arremetida antidemocrática!