Han pasado 20 años de aquel trágico domingo 1 de agosto de 2004, donde más de 300 personas murieron en el supermercado asfixiadas y calcinadas por un incendio que se produjo por la acción criminal de la patronal; donde se combinó la falta de condiciones laborales para operar y la decisión miserable de los patrones que ordenaron cerrar las puertas para que nadie salga con mercaderías sin pagar.

A pesar de que han transcurrido 20 años de uno de los hechos más infames de la historia de la dictadura de las patronales, no han cambiado la forma de operar para seguir exponiendo a los trabajadores en condiciones insalubres y peligrosas con tal de reducir costos para obtener el mayor lucro posible de la explotación a la que someten a la clase obrera.

Son cientos los casos de muertes y lesiones de obreros y obreras en los lugares de trabajo producto de la criminal angurria de los capitalistas. Uno de los casos más recientes y emblemáticos es la muerte y las lesiones gravísimas sufridas por los trabajadores de Ochsi, donde en una primera fuga de amoniaco murieron 2 trabajadores y hubieron más de 30 heridos y, recientemente, se produjo una nueva fuga dejando otros 2 heridos graves. Esta situación no sólo pone en peligro de los obreros al interior de la empresa, sino al conjunto de vecinos y al ambiente en general.

La criminalidad de las patronales como moneda corriente.

Esta situación de barbarie que se viven en las fábricas y otros lugares de trabajo son moneda corriente. La precarización, la violación a los derechos laborales y la persecución a quienes intentan organizarse hacen parte del escenario común que vive la clase trabajadora.

La magnitud de lo ocurrido en el ex Supermercado Ycuá Bolaños hizo que la justicia y la prensa burguesa condenen los hechos y a los patrones. Pero nada dicen sobre los hechos cotidianos de barbarie que se vive en tantos lugares.

Cuando hablamos de dictadura de las patronales no es una exageración, los empresarios puertas adentro hacen lo que se les venga en gana, imponen un régimen de trabajo inhumano, violan todas las leyes y todo ello ocurre en total impunidad.

Todo esto ocurre porque el Estado no es neutral, vivimos en un Estado capitalista, donde quienes tienen el poder económico y político son los que dirigen la administración de la sociedad. Por ello ni el Ministerio del Trabajo, Empleo y Seguridad Social como la Justicia hacen nada para revertir la situación que vive la mayoría del pueblo trabajador.

Para acabar con las reglas que imponen las patronales y el Estado burgués sobre la clase trabajadora es necesario que nos organicemos como clase y luchemos por una salida que imponga una dictadura obrera sobre los explotadores, es decir, un gobierno obrero, revolucionario y socialista, esa es la única garantía de terminar con la barbarie del capital.