Vil canallada: nada menos puede llamarse el indulto de PPK al ex dictador Fujimori a pocas horas de que celebremos la Navidad. 

Por PST-Perú

Así, ahora tenemos un presidente corrupto que pese a que mintió hasta la saciedad para ocultar sus millonarios negocios con Odebrecht, no fue vacado por el Congreso, y un ex dictador encarcelado por delitos contra la humanidad, que ha sido liberado. Una afrenta completa a todos, desde los familiares de las víctimas del genocidio del ex dictador, hasta los trabajadores y pobres que cargamos con las consecuencias de un plan económico que solo beneficia a los capitalistas.

En año y medio de gobierno, desde la cúpula de la CGTP y de la “izquierda” en el parlamento, se agitó el discurso de que PPK era el “mal menor” ante la amenaza fujimorista con mayoría en el Congreso, y con este discurso no solo no organizaron ninguna lucha sino traicionaron las que se realizaron, entre ellas la más grade: la huelga de los maestros.

La realidad mostró que, más allá de pullas entre el gobierno y la mayoría del Congreso lo que había eran acuerdos de fondo, sobre todo acuerdos en la continuidad de la política de ajuste a los trabajadores. No obstante, esa “izquierda”, y específicamente Nuevo Perú de Verónika Mendoza, llevó su apoyo a PPK al extremo de salvarlo de la vacancia con sus 10 votos en el parlamento, permitiendo que éste, ahora, precisamente decrete el indulto, y no solo eso, sino además le lance una rosa al fujimorismo invitándolo a la “reconciliación”.

Es legítimo el odio que sentimos contra Fujimori. No solo fue responsable del despido de medio millón de trabajadores sino que encabezó una dictadura que cometió crímenes horrendos y asaltó al país, por supuesto, con el beneplácito de los empresarios. Luego de depuesto y encarcelado, sus herederos políticos ganaron simpatías hasta convertirse en la primera fuerza política, porque la “democracia” y sus partidos, incluyendo a la “izquierda” electorera, se mostraron tan corruptos como aquel y más ineficientes para atender las necesidades de asistencia y seguridad de la población. Pero mucho más que esto lo que en realidad tenemos hoy es un descrédito de todos y de todo el régimen, y una gran incertidumbre entre los trabajadores sobre la salida que necesitamos, por la política de apoyo a PPK de esas direcciones.

Nuestro odio a la dictadura jamás nos puede llevar a apoyar a otros explotadores y ladrones de cuello y corbata, como ocurrió en el debate sobre la vacancia. Las consecuencias, las vemos a la vista.

Contra lo que se nos pintó estos días con la venia de esos mismos sectores políticos, PPK no es un viejito que no sabe lo que hace sino al contrario, es más vivo que todos ellos. En su defensa, PPK apeló a todas las armas. Para ese sector azuzó el fantasma del “golpe de estado”, recordando todo lo que hizo la dictadura en el pasado y la amenaza que significa la concentración de poder en una sola fuerza, en el caso que fuera vacado; con ese fin no tuvo empacho en chantajear con la renuncia de los vice y la convocatoria a elecciones. Sin embargo, lo que en realidad hubo (como se vio al final), fue un acuerdo de impunidad de PPK con un sector del fujimorismo (canje vacancia por indulto), por ello, luego de la votación, hasta se dio un bailecito burlándose de esa “izquierda”.

Al minuto de la votación dichos sectores también se mostraron triunfadores, como PPK,  porque habían “derrotado –una vez más—al fujimorismo, incluso lo pintaron dividido. Pero lo que vemos hoy es una afiebrada celebración del fujimorismo que en lugar de derrota ha alcanzado un doble triunfo: aparecer como los firmes abanderados de la lucha contra la corrupción y, al mismo tiempo, lograr la libertad del ex dictador a cambio de regalarle algunos votos a PPK para salvarlo de la vacancia. Por eso luego del “encendido” debate entre “demócratas” y “dictadores”, vemos que desde ambas orillas no solo se lanzan flores sino hablan de “reconciliación”.

Y de todo este escándalo que ha significado la no vacancia y la libertad del ex dictador, ahora resulta que nadie es responsable. Sin el menor rubor en el rostro todos los que apoyaron a PPK, desde la cúpula de la CGTP hasta los que lo sostuvieron con su abstención en el parlamento, se lavan las manos y lo acusan de “traidor”. Traidor no es PPK. Traidores son los que apoyaron a un banquero para presidente vistiéndolo de “demócrata” y “honesto”, y los que lo han sostenido hasta el último minuto pese a que en sus narices se pusieron todas las evidencias de que era corrupto y mentiroso, cuando lo que había que hacer era defender la independencia política de la juventud y los trabajadores, para echarlo hoy sin culpas ni remordimientos.

La “reconciliación” de la que ahora se habla significa co-gobierno. No el co-gobierno que de hecho que hubo todo este tiempo, sino uno donde PPK, debilitado y desacreditado, gobierne desde el regazo del fujimorismo. Eso es lo que la CONFIEP hace rato venía reclamando y ahora aprueba; a eso llaman “gobernabilidad”. Sin embargo esta “reconciliación”, en el marco de la olla de grillos en que se ha devenido el Congreso por las revelaciones de Lava Jato donde cada cual hace esfuerzos por salvarse y hundir al otro, al ser aceptado por Keiko Fujimori, en realidad es un llamado a un pacto de impunidad más amplio, un pacto donde tanto PPK, Keiko y Alan, se salven de las investigaciones y la cárcel, mientras siguen sosteniendo el plan económico que nos mantiene en la pobreza. Un pacto con pies de barro porque las evidencias llegan cada día y son públicas, y la crisis que los atraviesa a todos es tan grave que hoy mismo PPK aparece sostenido en el aire.

La vacancia no se produjo porque la clase trabajadora y el pueblo no estuvieron en la calle. Estuvieron de manera parcial, en los colectivos que se movilizaron, pero al estar atravesados por la confusión del “golpe” no identificaron con claridad al enemigo. Ahora que el panorama se despejó y ahora nadie duda de que PPK es corrupto y co-gobierna con el fujimorismo, que debe irse al igual que el Congreso y ser sometido a investigaciones, al igual que Keiko y Alan. Que debe suprimirse el decreto de indulto al ex dictador y debe convocarse a elecciones generales con nuevas reglas como una salida inmediata a la actual crisis. Y que deben confiscarse los bienes de Odebrecht y de todos los corruptos, y todos ellos deben dar con sus huesos a la cárcel.

La movilización ya se inició la misma hora que se publicó el decreto, y el día de Navidad miles se movilizaron por las calles del centro de Lima y de todo el país expresando su indignación. Tenemos memoria y dignidad. Jamás aceptaremos que un ex dictador asesino y ladrón sea liberado, y que en al frente del país siga un presidente corrupto y embustero. Las movilizaciones continuarán los siguientes días mostrando que se ha iniciado una nueva gesta histórica del pueblo peruano. Lo que necesitamos ahora es que los trabajadores se coloquen al frente de esta pelea con una huelga general, para luchar por una salida de fondo.

La crisis es del sistema en su conjunto y ante ella necesitamos derogar la Constitución de la dictadura, hacer que se cumplan las recomendaciones de la Comisión de la Verdad, nacionalizar los bancos, la gran minería y el petróleo, generar empleos dignos y atender las necesidades de educación y salud de nuestro pueblo. Esto lo haremos conquistando un gobierno de los trabajadores.