Mientras Bolsonaro habla de caca, dispara su ametralladora de barbaridades embistiendo contra el medio ambiente, los indígenas, la ciencia, las LGBTs, amenazando las libertades democráticas. Él también elogia a torturadores y la dictadura y dice que va a barrer del Brasil a quien se le oponga. Mientras tanto, los ricos están cada vez más ricos, y los pobres, más pobres.

Por PSTU-Brasil

Un relevamiento de la Fundación Getúlio Vergas muestra que desde 2014, inicio de la crisis, la renta de los 50% más pobres cayó 17%. Ya la de los que componen el 1% más rico, creció 10%. De la renta nacional, los más pobres se quedan con 14%: son 71 millones de personas sobreviviendo con hasta R$ 1.200 (250 a 300 dólares aprox.). Ya los súper ricos, 1% de la población, 1,4 millones de personas, ganan R$ 140.000 por mes en media. Es una desigualdad indecente que solo es inferior a la de Catar.

En esa situación de barbarie e inmensa desigualdad, quien está riendo de lo lindo son los banqueros y los grandes empresarios, con ganancias récords. Esos no se importan con lo que Bolsonaro habla, pues lo de ellos está garantizado. Mientras habla caca, el presidente y su familia también aprovechan la farra de los súper ricos, así como los milicianos a los cuales están ligados, que se enriquecen aterrorizando al pueblo pobre y cuentan con la protección del Estado. Mientras la policía de Witzel, aliado de Bolsonaro en Rio de Janeiro, mata pobres en los morros [cerros] todos los días, las regiones dominadas por las milicias siguen intocadas.

El Congreso Nacional es aliado de Bolsonaro en la política de entrega del país a los Estados Unidos y a los especuladores extranjeros. Aunque tengan contradicciones entre ellos, Rodrigo Maia (presidente de la Cámara de Diputados, y del DEM), el PSDB y todo el llamado “centrão” [gran centro] apoyan la política de reventar a los pobres.

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Guerra social

Bolsonaro, el Congreso, los banqueros y todos los capitalistas deflagran una guerra social contra los trabajadores y los más pobres. La reforma de la Previsión simplemente va a quitar el derecho a la jubilación de millones de trabajadores. Quien consiga jubilarse va a perder gran parte de su renta. La Medida Provisoria (MP) de la Libertad Económica va a sacar los domingos de descanso. Ahora quieren impulsar una reforma tributaria que profundizará este sistema en que pobres y trabajadores pagan muchos impuestos, mientras los ricos tienen exenciones y desoneración.

Para justificar esas medidas, mienten diciendo que el Estado está quebrado. En verdad, hay mucho dinero. El problema es para dónde este va. El Estado está siendo saqueado, y los pobres están siendo robados por los ricos. Bancos y empresarios aumentan sus ganancias con el quite de nuestros derechos, con el desempleo, y la mayor explotación; la falsa deuda pública desvía la mitad del presupuesto para los bolsillos de los banqueros.

Los ricos deben pagar por la crisis

Es preciso derrotar el proyecto de barbarie y dictadura de Bolsonaro. Derribar la reforma de la previsión y revocar la laboral, defender la educación y la salud públicas. Luchar contra el desempleo, el genocidio de la juventud negra e indígena, e impedir la destrucción del medio ambiente. El cielo oscuro de humo de las quemas, que se abatió sobre San Pablo, fue un preanuncio de la tragedia ambiental que el capitalismo y este gobierno provocan. Es preciso también impedir las embestidas de Bolsonaro contra las libertades democráticas.

Para derrotar el proyecto económico de Bolsonaro, Guedes y Mourão, es preciso toda la unidad de acción posible en la lucha. Y es preciso luchar.

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La clase trabajadora no tiene ningún compromiso con la mantención del mandato de cuatro años de Bolsonaro y Mourão, pero tampoco sirve de nada sacar a Bolsonaro para que quede Mourão. Por eso, es preciso que la clase trabajadora avance en la construcción de una alternativa a este gobierno de ultraderecha.

Construir una alternativa socialista

Si es preciso unificar en la lucha a todos los que estén contra estos ataques de Bolsonaro, es muy necesario afirmar una alternativa socialista, de los trabajadores, a la crisis. Eso pasa por rechazar las falsas alternativas que se construyen a derecha, como Doria (PSDB) y Luciano Huck, como también el viejo proyecto de conciliación de clases del PT. Son alternativas, por un lado, neoliberales, y por otro, de “mal menor” capitalista. El PT propone la reedición de la política que nos trajo adonde estamos.

Un proyecto que pretenda sacar al Brasil de la crisis, acabar con la decadencia del país y la destrucción del medio ambiente precisa, de cara, defender la suspensión inmediata del pago de la deuda pública y hacer su auditoría. Algo que el PT, o incluso el PSOL, están lejos de defender. Es necesario incluso prohibir los despidos, reducir la jornada de trabajo sin reducir los salarios a fin de generar empleos y aumentar el salario mínimo hasta el mínimo del Dieese [Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos], hoy en R$ 4.000. Precisamos de un plan de obras públicas que, al mismo tiempo que genere empleos, enfrente problemas como la vivienda y el saneamiento. No da para enfrentar la crisis, desde el punto de vista de los trabajadores, sin enfrentar a los banqueros y grandes empresarios, ¡En fin! El 1% de ricos que, junto con las multinacionales, roban el país, a los trabajadores y a la mayoría del pueblo.

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El problema es que ese Estado sirve a los ricos y su lógica es la de aumentar los efectos de la crisis contra los de abajo, por eso, dentro del capitalismo, lo que nos espera es más miseria y explotación.

Precisamos de una revolución socialista, que destruya este sistema y construya en la lucha otro tipo de Estado, democrático de verdad, basado en consejos populares, organizados en las fábricas, en los lugares de trabajo, en las periferias, donde los trabajadores y el pueblo pobre puedan gobernar.

Artículo publicado en www.pstu.org.br

Traducción: Natalia Estrada.