Se cierra un duro año para el gobierno. Al inicio, aparentaba asentarse sobre piezas leales y acuerdos con la oposición que le garantizarían cierta gobernabilidad, sin depender de la oposición cartista, contra quien venía de un enfrentamiento altamente polarizado.

El presente artículo, de manera sintética, pretende establecer los ejes centrales que explican la situación del gobierno, la dinámica de la política superestructural; y la situación del movimiento, la correlación de fuerzas y las perspectivas.

               Cuatro momentos del año para el gobierno

               Podemos establecer cuatro momentos del gobierno de Abdo Benítez: una primera etapa de acomodo en el aparato estatal y de fuertes disputas con el cartismo que se remontaban a la encarnizada disputa electoral; un segundo momento en donde ante la combinación de una crisis económica y la virulencia de enfrentamientos intra partidario, buscó pactar con el cartismo para una salida conveniente a ambas facciones; un tercer momento en el que entró en una terrible crisis política, con el escándalo del acta bilateral de Itaipú, del que fue salvado de un juicio político por el cartismo a partir del cual éste sector intentó reposicionarse y condicionar al gobierno; y, un cuarto momento en el que como respuesta a los chantajes del cartismo -en alianza con el gobierno Bolsonaro y con el respaldo de la embajada norteamericana- se bajó el pulgar al patrón con la detención de Messer y el procesamiento del propio Cartes, oxigenándose así, una y otra vez, un débil gobierno.

                Una crisis económica que se agudiza

A todos estos momentos hay que sumar como un elemento transversal la crisis económica recesiva que se sintió desde inicios del año y que continuó con mayor intensidad en lo sucesivo. Algunos economistas dicen que el año que viene habrá un repunte de al menos 4%, los más optimistas consideran que podría mantenerse e incluso aumentarse en los años sucesivos de acuerdo a la orientación política del gobierno con relación a la política externa, los más cautos hablan de que el repunte es producto de lo que llaman un efecto rebote de la crisis y que habrá que ver cómo se comportan los mercados para ver su sostenibilidad.

Si bien el aspecto económico merece un análisis más exhaustivo, la interpretación de la situación de la economía debe reflexionarse a partir del marco más general en el que se enmarca la configuración de las fricciones inter imperialistas y sus decantaciones: conflictos geopolíticos y la guerra comercial.

Esta nueva crisis del capitalismo mundial abierta desde 2008 no se cerrará sin continuar deteriorando la vida de millones de personas y el ambiente. Y en lo inmediato, para nuestro país, la política de sumisión completa a la orientación del gobierno Trump conlleva la restricción de mercados para los commodities. Además hay que tomar en cuenta no sólo las pérdida que significó para el negocio agroganadero los incendios forestales en comparación con las ganancias obtenidas en el 2018, sino a su vez los reclamos de estos sectores burgueses con relación a la política tributaria del gobierno, cuya recaudación es por demás escuálida en comparación a sus ganancias.

El repunte en términos macroeconómicos mencionados no sólo es relativo en atención a lo expuesto, sino que dichos rubros no tienen un impacto significativo para la redistribución de las ganancias, empezando por el carácter del modelo productivo, por la baja carga tributaria y porque las ganancias son fugadas al exterior. Es decir, los ricos de este sector no pagan practicamente impuestos, no generan empleo, y con sus enormes ganancias especulan financieramante, mientras el grueso de la carga fiscal la soporta el pueblo trabajador.

¿Cómo se sostiene el gobierno a pesar de su debilidad?

                El gobierno sigue en pie debido a una combinación de factores a saber: 1) No hubo un “acuerdo” entre las fuerzas que lo quisieron tumbar, en especial el cartismo, sobre la ubicación que cada uno ocuparía en una situación como la destitución de Abdo, desechada esa posibilidad su principal enemigo se jugó a la táctica de desgastarlo por diversas vías; 2) Porque el pueblo trabajador aún no logra organizarse para irrumpir en las calles con toda la ira contenida para tumbar al gobierno; 3) Porque no hay una alternativa canalizadora del descontento y, los espacios de articulación existentes se caracterizan por ser aún demasiado débiles, por cargar con un sectarismo enfermizo o por tener un desprestigio que sólo genera desconfianza; 4) La gran burguesía vacila sin saber qué camino tomar porque las alternativas pueden traer más caos, a ejemplo de lo que ocurre en Chile y otros lugares, además, existen roces entre sus fracciones que no permiten plantear una salida acordada y, finalmente; 5) Porque el imperialismo con sus gobiernos títeres de la región le siguen dando algún crédito político por su servilismo y servicios.

                La reacción aún pesada de la clase trabajadora

A pesar del hartazgo acumulado aún sigue ralentizado el movimiento y sin un punto de referencia para la organización. Si bien se dieron a lo largo del año una serie de acciones contra las medidas del gobierno, estas continúan reducidas a luchas sectoriales que se caracterizan por la debilidad, así como por la discontinuidad de las mismas. No existe un espacio canalizador del descontento, sino expresiones aisladas de la rabia que no logran encontrar una plataforma que motorice grandes movilizaciones.

Los sectores que salieron a movilizarse lo hicieron con su agenda específica, reducida a su lugar de trabajo, algunas tienen algún alcance sectorial y muy pocas apuntan a intereses más generales. Sin embargo, la inversión del eslogan de la campaña presidencial –Marito contra la gente– empezó a calar pero sin poder estimular acciones y movilizaciones de conjunto.

                Hubo movilizaciones de diversos sectores: de enfermeras con importante extensión, de médicos, de asegurados y afectados por los negociados del IPS, de campesinos yerbateros o de la multisectorial, huelga en el Hospital de Clínicas, movilizaciones de guardias de seguridad, entre otros. Se dieron también algunas manifestaciones de baja intensidad a favor de las “peleas de Payo” que expresan, antes que la simpatía al personaje en cuestión, más bien la ira de la gente contra el Congreso Nacional.

Un elemento común a todas las acciones, con mayor o menor énfasis, es la lucha contra la corrupción; sacar a los corruptos de encima como ocurrió en una primera etapa. Para la gente, la barrida puede seguir y ello se demostró con la destitución de varios corruptos o la derrota colorada en CdE, entre otros varios hechos.

Las movilizaciones más importantes por su carácter político se protagonizaron tras el escándalo de la política entreguista del gobierno con la firma del acta bilateral con el gobierno sub imperialista de Bolsonaro. El desinfle de estas movilizaciones se dieron a partir de que el cartismo salvó del juicio político a Abdo y en consecuencia no se contaba ya con la posibilidad cierta de su destitución.

                Una nueva traición sin mayores repercusiones

Lamentablemente, no hizo falta otro Joselo para que se cierre el año con la firma de un acuerdo bastante similar en cuanto a las desventajas en la contración de potencia de Itaipú. Se estableció un cronograma hasta el 2022 desechándose la posibilidad de acuerdos anuales como se venía haciendo (lo que es más ventajoso para nuestro país); se hizo un cálculo muy por encima del crecimiento vegetativo de nuestra demanda eléctrica y se concedió un margen por encima si necesitamos contratar más.

Es decir, no podremos contratar menos de la energía comprometida a ser utilizada (energía garantizada) y si no utilizamos toda dicha cantidad de energía contratada no podremos acceder a la no contratada o llamada también no garantizada o excedente -que es más barata- y en consecuncia la tarifa subirá. La política entreguista y genuflexa seguirá siendo la orientación de este gobierno camino al 2023 para la negociación del Anexo C.

                En la búsqueda de una salida    

Los sectores de trabajadores urbanos organizados siguen intentando encontrar el camino que potencie sus demandas, sin que hasta ahora se haya logrado avances para arremeter contra las políticas del gobierno. En el sector privado las cosas siguen mucho más lentas, esto se debe en gran medida a que impera la dictadura patronal que se expresa en la violación arbitraria de derechos laborales y la impunidad que gozan haciendo de la falta de libertad sindical la regla.

En cuanto al sector púbico la primera movilización importante del año se dio como reacción ante el proyecto de modificación de la Ley 1626 que pretendía la ampliación de la estabilidad laboral a 10 años. Este proyecto impulsado por PPQ tuvo una buena respuesta en las calles. Las centrales más combativas lograron un destaque importante y se aprovechó la presencia de la Coordinadora Nacional Intersectorial en esos días en las calles para realizar una unidad de acción además de la expresión de solidaridad hacia ambas luchas.

Otra importante reacción de sectores de la clase se dio ante el PGN 2020. En ese sentido fueron significativas las luchas llevadas adelante por docentes, la huelga organizada por el SITRANDE y la huelga de los  funcionarios del Ministerio de Hacienda que lograron conquistas muy importantes.

                Prima aún la desorganización

La correlación de fuerzas, aunque continúa desfavorable para  la clase trabajadora en su conjunto, no se debe a una continuidad del marco reaccionario en el que se inscribió el gobierno de Cartes. Es decir, aunque el carácter del régimen del nuevo gobierno sea menos represivo –debido a su debilidad-, no se logró reorganizar al movimiento y enmarcar las luchas por fuera del carácter defensivo que tuvo en el periodo anterior.

En el actual periodo hubo avances en cuanto a una relativa mayor disposición de movilizaciones de ciertos sectores, sin que se logren unidades de acción sobre temas más estructurales de la clase trabajadora. No se ha logrado revertir la desorganización, la atomización, cooptación y el burocratismo como rasgos de la mayoría de las organizaciones y en consecuencia esto no permite una agenda de movilizaciones significativas y relevantes en torno a los intereses del conjunto de la clase.

La mayoría de las acciones tuvieron un carácter sectorial o son aquellas de fechas fijas que no pasan de reivindicaciones simbólicas sin que se logre unidades de acción para hacer avanzar al movimiento de masas hacia una verdadera independencia política.

                Durante el año la impronta de las movilizaciones en general siguió dada por la “ciudadanía” a favor de la transparencia, a favor de la institucionalidad, contra la deshonestidad y el tráfico de influencia judicial, en contra de la corrupción generalizada. En general, la agenda vino marcada por los medios de comunicación de masas.

                A pesar de sus limitaciones, estas acciones pueden tener gravitación en cuanto a animar el accionar del movimiento sobre otros asuntos más estructurales y de clase. En el movimiento obrero y campesino sigue incubándose bronca contra la arbitrariedad por parte de las patronales, por los desalojos, la falta de mercado para los pequeños productores y ante la indolencia del gobierno por la vida miserable del pueblo trabajador. Sin embargo, las acciones siguen siendo de baja intensidad y sin gozar de un apoyo de los sectores medios que miran con gran recelo por la influencia de los ataques de la prensa burguesa, otras veces justificado por acciones de la burocracia sindical.

                ¿Cómo está el gobierno hoy?

El gobierno de Abdo mantiene su característica de ser un gobierno débil, aunque hoy ese carácter sea más relativo comparativamente a otros momentos. Este carácter de mayor fragilidad con relación al gobierno de Cartes implica que tenga un carácter menos represivo, lo que se vivió en los primeros momentos cuando buscó afanosamente diferenciarse de su principal enemigo.

Sin embargo, la agenda del gobierno en cuanto a lo económico sigue la misma línea de lo que fuera el cartismo. Esto último significa que las políticas de austeridad y las reformas (previsionales y laborales) que no pudieron aplicarse en este periodo estarán en la agenda para el año que se inicia.

                Perspectivas y desafios para la vanguardia

No se vislumbra aún ninguna irrupción importante e inmediata de los sectores de la clase trabajadora organizada. Romper con la debilidad organizativa y de movilización es el desafío. Esto requerirá de un esfuerzo grande de los sectores de vanguardia, los más avanzados de la clase trabajadora, lo que significa la discusión de una agenda común para salir a luchar contra las políticas de ajuste de este gobierno.

El conjunto de las organizaciones clasistas y combativas de nuestra clase como la izquierda revolucionaria deben ponerse al frente de manera responsable para discutir el impulso de movilizaciones en el marco de un programa de lucha que coordine la más amplia unidad de acción.